1. La farmacéutica


    Fecha: 06/01/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Carmen Van Der Does, Fuente: CuentoRelatos

    ... detrás de la nuca como una almohada. Ella admiró el cuerpo desnudo de Ariel y se quedó pensativa. Durante años había escondido en el fondo de su cerebro estas fantasías que esa tarde estaba haciendo realidad. Se acercó a la cama y sin mediar palabra, se sentó a horcajadas sobre el hombre que la recibió de buen grado.
    
    -Quiero más, -le dijo Isabel mirándolo fijamente, -otro antes de que tengas que irte.
    
    -Y parecías una mosquita muerta cuando te conocí, -contestó Ariel con su inconfundible acento caribeño. -¿No te ha bastado?
    
    La respuesta de Isabel fue situar su sexo sobre la verga negra de su amante, y bajando suavemente sus caderas, la introdujo dentro de ella. Ariel flexionó ambas piernas para bombear y le dio a Isabel dos sonoros azotes. Para ella aquello era nuevo, inusual, no sabía si era bueno o malo, si procedía o no, pero si tuvo claro que el placer de los dos azotes y la polla de Ariel entrando y saliendo de su coño, le provocaron un placer enorme. Gritó con fuerza, se desahogó como si hubiera tenido reprimido un sentimiento durante mucho tiempo. Se puso erguida, apoyó ambas manos sobre el pecho de Ariel y aceleró el movimiento cerrando los ojos, y percibiendo las sensaciones que le provocaba aquel trozo de carne caliente y duro rozando las paredes de su sexo. Él le masajeaba los pechos y los estrujaba con sus manos, le pellizcaba los pezones, y a Isabel se le mezclaba dolor y placer a la vez. Ariel decidió ir un paso más allá, y llevó su dedo corazón hasta ...
    ... el culo de ella, estimuló el esfínter y lo introdujo lentamente. Isabel quiso decirle que no, pero algo le impidió decírselo. Nunca le habían follado por el culo ni estimulado de ninguna forma, siempre le dio la sensación de que aquello aparte de doloroso, no era bueno. Pero algo la atenazó y no fue capaz de poner un límite. Es más, al igual que con los azotes, se le mezcló una sensación de placer con un cierto dolor pero sin llegar a un límite que le hiciera pedir basta. Ariel entendió la falta de rechazo por parte de ella, como algo bueno, y con un movimiento lento, volteó a la mujer colocándola boca abajo. Pasó su mano por la vagina y mojó la entrada del ano de Isabel con sus flujos.
    
    -Espera, -dijo ella, -ponte algo porque me vas a hacer daño.
    
    Se levantó y trajo de la estantería un tubo de vaselina.
    
    -Lo siento, pero es que no tengo otra cosa más a mano, -le dijo a Ariel mientras le embadurnaba la polla con la pomada grasienta.
    
    Se colocó a cuatro patas, y dejó que Ariel le untara el esfínter con la vaselina, al mismo tiempo que aprovechaba para introducirle un dedo primero, y luego dos.
    
    -¡Aaaah!, -gimió Isabel en una mezcla de dolor y placer.
    
    Ariel repitió la acción varias veces, ampliando el movimiento de su mano hasta llegar a la vagina y el clítoris de Isabel. Cuando creyó que era el momento, guio con su mano la polla hasta el hermoso culo de Isabel y apoyó el glande en la entrada. Hizo unos suaves movimientos intentando hundir su verga dentro de ella, ...
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