El celular de Alexia (Cap. 3): Reencuentro con el pasado
Fecha: 07/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
— ¿Vas a salir así? —pregunté a Alexia cuando salía de la habitación.
La estuve esperando durante casi una hora en la sala de estar. Llevaba un vestido color negro, muy corto, con un cinturón plateado que rodeaba su cintura. La falda era acampanada, y la parte de arriba muy ceñida. Noté que no llevaba corpiño. Su pelo, que hacía poco se había teñido de rubio, estaba recogido en un rodete, y de sus pequeñas orejas colgaban dos aros de plata en forma de corazón. Las facciones de su hermoso rostro quedaban completamente expuestas. Llevaba un maquillaje sutil, y sus grandes ojos verdes brillaban como dos preciosas esmeraldas.
Mi sorpresa no era tanto por verla inusitadamente bien arreglada, sino porque, dadas las características de la reunión a la que asistiríamos, me parecía exagerada tanta producción. Íbamos a cenar a la casa de Mauri, un amigo de la facultad. Y por lo que tenía entendido, iban a ir dos o tres chicos y chicas más, con sus respectivas parejas, por lo que era un encuentro casual, con amigos de mucha confianza.
— Sí, voy a salir así ¿Algún problema, machirulo? —contestó Alexia.
Sabía que era una broma, Ale me conocía lo suficiente como para saber que mi pregunta no tenía tintes machistas. Ella podía vestirse como quisiera. De hecho, me encantaba llevar de la mano a la chica más linda de la noche. La mayoría de las mujeres de la facultad ya habían ganado sus kilos, mientras que Alexia, a sus veintiocho años, no sólo se mantenía en perfecta forma, sino ...
... que parecía tener cinco años menos. Estaba orgulloso de eso. El problema era que yo, por como iba vestido, no me sentía en armonía con ella.
— ¡Pero mirá cómo estoy yo! —le respondí. Señalando con un gesto mi vestimenta. Una remera blanca y un pantalón de jean. Prolijo, pero demasiado simple comparado con ella—. Esperame que me ponga algo mejor —agregué. Aunque en realidad pensaba que la que debería cambiarse y ponerse algo más casual era ella.
— No seas tonto, estás perfecto —respondió Ale—. Dale, vamos que llegamos tarde.
— Yo no fui el que tardó mil años en prepararse —dije, bromeando, aunque me sentía un poco molesto por lo que dijo. Uno de los pocos defectos que tenía Alexia era que solía cargar las responsabilidades en otros.
Una vez que estábamos en camino, en el auto no pude dejar de acariciar sus piernas.
— Si seguís así, cuando lleguemos no vas a poder bajar del auto de lo al palo que vas a estar —dijo ella.
— Pero si ya estoy así —contesté. Agarré su mano y la llevé a mi entrepierna. Alexia palpó la dureza de mi miembro.
— Últimamente andás muy alzado —dijo, sin dejar de palpar—. Pobrecito… Estamos tan cerca de la casa de Mauri, que cuando lleguemos te va a costar ablandar esta cosa.
Alexia empezó a masajear mi sexo por encima del pantalón, con fruición.
Abrí grande los ojos, y traté de concentrarme en el camino. No quería sufrir ningún accidente mientras mi esposa me masturbaba.
Extendí mi brazo y apoyé la mano en su nuca. La empujé ...