El celular de Alexia (Cap. 3): Reencuentro con el pasado
Fecha: 07/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... otro beso. Y después, como si se acabara de dar cuenta de algo, agregó— Bueno, no estamos en la cama, pero igual cuenta ¿No? —dijo, fingiendo un puchero. Guardó los pañuelos descartables en un compartimento de su cartera.
— Claro que cuenta mi amor —le contesté, acariciando con ternura se mejilla.
Transitamos las últimas cuadras en un agradable silencio. La casa de Mauricio era un hermoso chalet que se alzaba en una esquina de Villa Pueyrredón. Mauri fue uno de los primeros en recibirse como contador, aunque nunca ejerció realmente. Su carrera fue por el lado corporativo. Desde que era un estudiante trabajó en una multinacional, donde fue escalando posiciones. Ahora tenía un puesto muy importante, ganaba un excelente sueldo en dólares, y según tenía entendido, sobre la casa ya no pesaba ninguna hipoteca. Sentía una sana envidia hacia mi amigo. Alexia y yo trabajamos como contadores desde hacía más de cuatro años, pero todavía debíamos alquilar nuestro departamento.
Cuando llegamos, lo primero que me llamó la atención fue que se escuchaba música a todo volumen.
— Qué raro, tanto alboroto.
En la vereda había varios autos, por lo que supuse que en la cochera ya no habría lugar.
— ¿Cuántos habrán venido?
Alexia llevó una mano a su frente y cerró los ojos.
— Qué tonta, no te dije…
— ¿Qué cosa? —pregunté.
— Hoy Mauricio no sólo invitó a los mismos de siempre. Llamó a toda la comisión.
— ¿Toda?
Era difícil definir a “toda la comisión”, puesto que ...
... en la universidad uno tomaba clases en distintos turnos, de acuerdo a la conveniencia de cada uno, y no se recibían todos los alumnos al mismo tiempo. La carrera fluctuaba entre cinco y seis años, de acuerdo a la capacidad de cada uno, y muchas veces se hacía aún más larga. De todas formas, supuse que, los que siempre se terminaban cruzando con nosotros en alguna asignatura, eran al menos sesenta. Suponiendo que iban con sus respectivas parejas, serían muchísimas personas. Nunca me gustaron los encuentros multitudinarios. No se puede conversar a gusto, y muchas veces uno se encuentra con gente con la que en realidad no se llevaba bien.
— Igual no creo que hayan venido todos —dijo Alexia, leyéndome la mente. De vez en cuando nos conectábamos como lo hacíamos cuando éramos adolescentes.
— Aunque hayan venido la mitad, serían muchos —dije.
— Tenés razón, volvamos a casa —dijo Ale.
— No seas tonta —contesté, y después de meditarlo un rato, agregué—: seguro la vamos a pasar bien.
Tuvimos que dejar el auto a dos cuadras, ya que no encontrábamos lugar.
Caminamos abrazados de la cintura. Cada tanto bajaba la mano para palparle el culo. Ale tenía razón, últimamente estaba más caliente de lo normal. El Negro Rivera también estaba en lo cierto: no debía preocuparme por el hecho de que la relación necesitaba experimentar cosas nuevas. Debía disfrutar del mujerón que tenía conmigo. Lo que habíamos hecho en el auto me había gustado mucho, y parecía que a Alexia también. ...