1. Vecina con ganas de follar


    Fecha: 08/01/2025, Categorías: Confesiones Autor: quemiedo, Fuente: CuentoRelatos

    Vivo en soledad elegida libremente, en un apartamento céntrico, tercer piso. Salgo de casa bastante temprano, regresando muy tarde, por lo tanto el pisito está vacío alrededor de quince horas al día. No me conocen los vecinos, yo tampoco a ellos, ni suelo acudir a esas reuniones infumables, soy el vecino desconocido, el antisocial, apodo de las chismosas. El piso está cerrado a cal y canto incluidas las ventanas. Cuando el tiempo es bueno, suelo abrirlas un rato, las que dan a la calle, para la ventilación, por motivos de higiene y salud, o ese es el consejo de la gente que sabe, aireación.
    
    Una de las habitaciones da a un patio interior de luces, las ventanas enfrente a la mía ya es otra propiedad. En esta habitación transcurre la mayor parte del tiempo que permanezco en la casa. En ella están los libros, papeles, ordenador, con una mesa amplia donde voy acumulando todas las láminas, documentos, o libros que estoy en su lectura.
    
    Cierto día al regresar a casa, ya en la noche, entré en el piso, sin encender la luz, el cuarto que les hablé primero, está a la entrada del apartamento. Abriendo la puerta y cuando con las manos buscaba el interruptor vi la habitación del piso de enfrente a mi ventana, habrá tres o cuatro metros, puede que alguno más, en todo caso la distancia es mínima. En este momento mi espíritu de portera o voyerista, se despertó como el resorte automático de un mecanismo. Viendo a una chica con melena larga y mechas californianas enfrente de una pantalla ...
    ... de ordenador, mis urgencias en ese momento eran otras. Cerré la puerta del piso pausadamente, también la habitación, yendo al cuarto de baño para finalizar mi urgencia, total una cálida y larga meada.
    
    A continuación en el microondas de la cocina puse dos filetes de lomo de cerdo adobados, con una loncha de queso Caserío y una cucharadita de mayonesa Musa, entre dos rebanadas de pan. Sentándome encendí la radio, como siempre a esas horas fútbol, y fútbol y más fútbol. De repente me acordé de la ventana. Apagué la radio y fui ligero y de manera decidida hasta mi estudio.
    
    Ella, todavía no sabía su nombre, seguía frente a la pantalla. Vestía un cómodo vestido lencero, muy liviano, pudiera ser lino, de colores que compaginaban perfectamente los cálidos y fríos. Realmente llamativo y estiloso con glamour. Seguía concentrada en su pantalla, ni por un momento pudo imaginar que era observada desde la ventana enfrente a la suya, su despreocupación era total. No encendí la luz para no llamar su atención, tampoco el ordenador evitando los reflejos. Me movía con total sigilo hasta encontrar el taburete, situándolo en la oscuridad a una distancia prudencial de la ventana. Absorto estaba contemplando el panorama, me parecía escena de calentura brutal, miraba con atención absoluta sin parpadear para no perderme nada.
    
    Ella seguía con los movimientos del ratón, la pantalla desde mi puesto no la veía, ella en actos reflejos, con la mano izquierda recolocaba su espectacular melena, o se ...
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