Mi odiosa madrastra, capítulo 8
Fecha: 09/01/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
No había imaginado que el encierro de esa primera semana de cuarentena podía hacerse más denso de lo que ya era. Creo que en mi ingenuidad, había pensado que con cuidarme como me cuidaba, bastaría para no contraer ese maldito virus. Pero obviamente me equivoqué.
A primera hora de la mañana, Nadia había llamado al ciento siete. La operadora le pidió que le dijera los síntomas, y le informó que durante el día enviarían a una ambulancia para hacerme el hisopado, mientras tanto debía mantenerme aislado. Y en caso de que resultara positivo, lo que a todas luces iba a suceder, el encierro se extendería por dos semanas. Ahora ya ni siquiera tendría el alivio de salir a la calle un par de veces al día. Debería conformarme con el balcón, aunque eso, en teoría, tampoco estaba permitido, pues los contagiados debían guardar un estricto reposo.
En la noche anterior apenas había podido pegar un ojo. El dolor y la fiebre habían empeorado. Además, apenas podía hablar. El sentido del gusto no lo había perdido, aunque no percibía los sabores con la intensidad normal. Todo mi cuerpo estaba hecho una miseria. Parecía que había envejecido veinte años en un solo día.
Después de que mi madrastra me informara del protocolo, me dejó descansando un par de horas más, hasta que se hizo el mediodía. Entonces llamó a la puerta.
— Mirá lo que había en la entrada —dijo, cuando entró a mi cuarto, para luego dejar un papel sobre mi cama.
— ¿Acaso saliste? ¡Estás loca! —dije, aunque ni siquiera ...
... tenía energías para sentirme irritado.
— No seas tonto, sólo salí al pasillo para agarrar la caja con mercaderías que nos dejó tu amigo Joaquín —contestó ella, como si le estuviera hablando a un niño con el que se veía obligada a ser indulgente.
— ¿Joaco vino a dejar cosas? ¿Vos le contaste? —pregunté, extrañado.
— Sí, tus amigos están muy preocupados por vos —respondió ella, para luego desviar la mirada, como si hubiera algún detalle que no quería decirme.
— Lo que quieren ellos es quedar bien con vos —contesté, con la voz rasposa.
— Bueno, dejalos que queden bien conmigo entonces. Vamos a necesitarlos. ¿Vas a leer ese cartel o no? —insistió.
Desplegué la hoja que me había entregado, y la leí: “Atención, la pareja de este departamento contrajo coronavirus. En caso de que salgan fuera del departamento, avisar a la administración con urgencia. Mantenerse alejado. Muy peligroso.
#quedateencasa
”.
— Hijos de puta —dije.
— Y Juan me confirmó que todo el edificio ya sabe que hay un caso positivo —comentó Nadia.
Eran los primeros momentos de la pandemia, por lo que cada caso que se conocía era una noticia. Pero no me esperaba tanta hostilidad. En todo caso que me reprendieran si rompía con la cuarentena, cosa que obviamente no iba a hacer, pero esto del cartel era cosa de alcahuetes y fascistas. Suponía que era mucho pedir que nos ayuden con las compras de la casa, pero esto era demasiado. ¿Y qué mierda era eso de que nosotros éramos pareja? Estaba ...