Mi odiosa madrastra, capítulo 8
Fecha: 09/01/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... cuando volvieron a llamarme. A la noche no tuve apetito, así que le mandé un mensaje a Nadia avisándole que no se molestara en llevarme nada.
Era todo realmente frustrante. Pero, cerca de la medianoche, cuando me di cuenta de que no iba a poder conciliar el sueño pronto, me percaté de que no sólo mi salud era lo que me deprimía. La idea de que Nadia hubiera estado con Juan no se me salía de la cabeza, mucho menos después de esa respuesta que me había dado. ¿Qué le costaba responderme? Ahora la imagen que tenía de ella en un primer momento, resurgía. Volvía a verla como una mujer con secretos, mentirosa, taimada y traicionera.
Todo eso me entristeció más de lo que había imaginado. Justamente en los últimos días había logrado que bajara la guardia. Nos estábamos llevando bien, y en cierto sentido teníamos más intimidad que la que jamás tuve con nadie. Pero debía dejar de pensar en eso. En algunas semanas, cuando todo terminara, pondríamos el departamento en venta, y cada uno haría su vida. De hecho, apenas consiguiera un trabajo propio, alquilaría un lugar sólo para mí. No veía la hora de que esa bizarra forma de vivir que teníamos quedara en el pasado. En algunos años recordaría esta época con Joaco y los demás, y nos descostillaríamos de la risa mientras repasáramos las situaciones más estrafalarias que había atravesado con mi madrastra.
A eso de la una de la madrugada recibí un mensaje de Nadia. ¿Pudiste dormir?, decía. Dejé el celular a un lado, y no le respondí, ...
... de manera que creyera que ya estaba dormido. Había visto el mensaje desde el sector de notificaciones, así que ella no sabría que lo había leído. ¿Ahora se venía a preocupar por mí? Que se joda, pensé, más molesto de lo que me había percatado que estaba. Aunque por otra parte, ese mensaje hizo más difícil que me la pudiera sacar de la cabeza. De repente recordé aquella noche en la que pensaba salir de casa. Me había dicho que iba a ver a una amiga, pero… ¿A quién se cogía Nadia? Una mujer como ella no podía estar sin alguien que la complazca. Y ya había pasado una semana en confinamiento, y ahora debería pasar otras tantas en una reclusión mucho más estricta, pues era obvio que también estaba contagiada. Cuando tuviera el alta, seguramente tendría la necesidad de satisfacer sus necesidades carnales, y poco podría hacer al respecto.
Quince minutos después de haber recibido su mensaje, escuché el toque de la puerta. Tampoco respondí a eso. Mi orgullo es probablemente mi mayor defecto, y en ese momento Salió a relucir acompañado de la terquedad. Pero, de todas formas, Nadia abrió la puerta y encendió la luz.
— Vine a ver si el bebé estaba bien —dijo, adivinando mi postura infantil.
Abrí los ojos. Ella estaba en el umbral de la puerta. Llevaba puesto un pijama de satén de dos piezas, con bretel. La pieza de abajo era un pequeño short con encaje, y tenía un moñito en el medio de la cintura.
— Estoy bien, gracias —respondí, lacónico.
Se acercó a la cama, y luego se ...