Mi odiosa madrastra, capítulo 8
Fecha: 09/01/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... claro que, quien había puesto el cartel, tenía mucha mala leche. Todo el mundo sabía que Nadia era la pareja de mi difunto padre, así que no tenían por qué afirmar cosas como esas. Salvo que…
— ¿No habrá sido el propio Juan el que puso el cartel? —pregunté, recordando que nos había visto por la cámara de seguridad, mientras nosotros fingíamos besarnos y tocarnos en el ascensor.
— Eso fue lo primero que pensé. Pero no estoy segura. Más bien me pareció que quiere aprovechar la oportunidad para congraciarse conmigo. Hasta me ofreció hacer compras por nosotros en caso de que lo necesitemos. Me preguntó que como estaba, si a mí no me había agarrado fiebre, y esas cosas.
— Lo que quiere ese tipo es cogerte —respondí.
— Dejalo, que quiera lo que tenga ganas de querer.
— ¿Lo hicieron alguna vez? ¿Te lo cogiste? —pregunté. Si bien recordaba que en su momento me lo había negado, y había tratado a Juan casi como un acosador, el hecho de que ahora haya hablado con él con tanta confianza me daba mala espina.
— ¿A qué viene esa pregunta? —dijo ella, poniéndose seria.
— Es solo una pregunta…
— Una pregunta que no pienso contestar —dijo, tajante.
— Entonces lo hicieron —concluí.
— A veces sos muy básico —respondió ella ofendida, y se fue de la habitación dando un portazo.
Traté de pasar ese primer día con covid lo mejor que pude. Pero fue difícil. Nadia se comportó de manera osca desde que le hice esa pregunta. Me llevaba la comida a la cama, y me ...
... preguntaba si necesitaba algo, pero nada más. Así que ni siquiera podía contar con sus ideas locas para pasar el rato. Traté de leer algún libro, pero el dolor no me permitía concentrarme, y aunque lo lograra, ni siquiera podía con el peso de un libro por mucho tiempo. A la tarde vinieron a hisoparme dos médicos que parecían más bien astronautas, todo vestidos de blanco, con una mascarilla de un duro plástico transparente cubriéndoles los rostros. Me dijeron que en cuarenta y ocho horas me llamarían para darme el resultado. Después llamaron mis amigos.
— ¿Qué pasa Leoncio? Se supone que a la gente joven no le afecta tanto el virus. Ya sabíamos que eras un abuelo —bromeó Edu.
— Abuelo tu hermana —contesté.
— Bueno, no nos riamos de León, que tiene a la mejor enfermera con él —dijo Joaquín.
— Lo que daría por estar enfermo y que esa hembra me cuide y me haga mimos —dijo Toni, y después, recordando algo, agregó—. ¿Ya viste el video donde a tu madrastra le dan unas buenas nalgadas? Está increíble.
Vi que Joaquín abrió bien grande los ojos. Quizás notó algo inusual en mi expresión y de esa manera dedujo que el del video era yo. Pero los otros dos jamás supondrían eso. Edu porque siempre me estaba subestimando, y cree conocerme mejor que nadie, y Toni porque era un poco lento. En todo caso, ya habría tiempo de contarles aquella anécdota.
Trataron de levantarme el ánimo con chistes tontos, pero sólo lograron ponerme de peor humor. Corté la videollamada, y luego no atendí ...