1. Recuperando el tiempo perdido


    Fecha: 13/01/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... una lenta cabalgada notando como ganaba firmeza en su interior hasta sentirlo completamente rígido, luego aceleró el ritmo progresivamente con movimientos pélvicos que se intensificaban por momentos.
    
    El muchacho se apoderó de las tetas de la madura apretándolas con firmeza, —como si quisiera ordeñarlas—, seguidamente introdujo la cabeza en el canal, quien sabe si para perderse en él o para no dejar ningún recoveco por lamer. Luego pasó a sorber y mordisquear los pezones, mientras ella saltaba alegremente sobre una polla impregnada de sus caldos.
    
    Los gemidos de Reme se acentuaron en cantidad, intensidad y volumen en busca del segundo orgasmo de la mañana, pero el teléfono volvió a vibrar y le hizo perder la concentración, y con ello, el clímax se escabulló como una sombra entre la niebla. Despotricó por lo bajo y reemprendió la cabalgada en busca de su placer sin que el móvil dejase de importunar.
    
    —¿Quieres contestar? —le preguntó Diego.
    
    —No, —respondió tajante.
    
    —Puede que sea tu marido, —añadió.
    
    —Que le den… ¡Fóllame! —le exigió dándose la vuelta y colocándose a cuatro patas.
    
    El muchacho admiró boquiabierto las insinuantes posaderas completamente a su merced. Se acercó con la verga en la mano y la deslizó en la gelatinosa raja hasta que su pelvis topó con sus nalgas. Aun gimiendo de gusto, la madura le reclamó más contundencia con acompasados movimientos de caderas. El joven se dio por aludido y aumentó el ritmo de la cópula, con lo que un sonoro chapoteo ...
    ... acompañó a los jadeos de los dos amantes. El teléfono vibró de nuevo y se unió a la sinfonía, añadiendo un nuevo acorde discordante que Reme trató de ignorar hasta que las vibraciones provocaron que el aparato se precipitara al suelo. Finalmente dejó de sonar cuando el impacto hizo saltar la tapa y la batería. Ni siquiera entonces le prestó atención, lo único que le interesaba en ese momento era la verga que amartillaba su coño con persistencia y se le clavaba hasta el tuétano.
    
    Diego extrajo el miembro y se oyó un sonoro pedo, a continuación lo alojó entre las nalgas, después cogió cada una de ellas y lo aprisionó deslizándolo repetidas veces por la regata.
    
    —No me tortures y métemela, cabrón, —le recriminó.
    
    El muchacho sonrió sabedor del placer que le daba a su casera, y no puso ninguna objeción para acatar su orden, ahora bien, no lo hizo al pie de la letra. Posó el glande en el ano y presionó ligeramente. Reme se quejó y emitió un leve grito. Era la primera vez que el pequeño orificio recibía la visita de un invitado. Nunca antes había considerado practicar el sexo anal, y menos con un huésped de semejante calibre. Sintió una punzada de dolor cuando presionó, y con cada centímetro que se adentraba en su interior el tormento se incrementaba.
    
    —¡Para!... que me haces daño, —se quejó.
    
    —Me estabas pidiendo polla, Reme. No me vengas ahora con remilgos, —le reprochó obviando sus quejas.
    
    —Pero no por ahí, —gritó sabedora de que no iba a detenerse y por esta razón ...
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