Recuperando el tiempo perdido
Fecha: 13/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... apretó los dientes y aguantó estoicamente a la tuneladora que pretendía abrirse camino en sus esfínteres. Cogió la almohada y la mordió con saña, hundiendo la cabeza en ella durante un breve periodo de tiempo hasta que un liviano placer asomó dispuesto a mitigar el suplicio. El joven sacó la verga del ano y la madura experimentó cierto alivio, pero sólo por un instante. A continuación, su empotrador escupió reiteradas veces en el miembro y se esparció la saliva para lubricarlo. Sintió el impacto de otro escupitajo en el ano y se la volvió a ensartar de forma lenta, pero sin pausas. Reme gritó de nuevo, a su vez, —cuando Diego empezó a percutir—, un singular placer se asoció con el tormento, en espera de que éste último fuese remitiendo, por lo que asomó un indicio de goce con la enculada que el niñato le estaba dando, de tal manera que pronto sus quejas transmutaron en gemidos placenteros.
—No me digas que no te gusta, Reme, —articuló resoplando como un toro.
—Me has roto el culo, cabrón, —se defendió.
—Si quieres te la saco…
—Ahora ya me has abierto en canal. ¡No pares!
El sonido de unas fuertes nalgadas resonó en la habitación y Reme culeó a ambos lados disfrutando de la sodomía. Las nalgadas resonaron con más fuerza y el placer se intensificó. Diego la cogió del pelo a modo de riendas mientras la cabalgaba, y con la otra mano siguió atizándole hasta dejarle la nalga en carne viva. La mujer deslizó sus dedos por debajo para alcanzar su clítoris a fin de ...
... incrementar el goce, entonces, el esquivo orgasmo regresó con renovadas fuerzas haciéndola gemir de gusto en una mezcla de placeres de distinta índole. El joven semental la acompañó en su orgasmo finalizando ambos al unísono, y en unos últimos golpes de riñón depositó los rezagados restos de su simiente en los esfínteres de Reme. Después quitó el tapón y se dejó caer a un lado sudado y extenuado.
Reme se quedó tendida boca abajo completamente satisfecha, aunque un poco dolorida.
—¿Qué me dices? —preguntó él, orgulloso de su papel como semental.
No podía negar que lo había disfrutado, pese al suplicio inicial.
—Casi me rompes el culo.
—Pero ha merecido la pena, ¿no?
—Sí, —le respondió acompañando su respuesta con un beso afectuoso.
—No me digas que no merezco un descuento en el alquiler.
—En verdad te lo mereces, cariño, pero mi marido se daría cuenta, sin mencionar el hecho de que eso significaría que estaría pagándote por este momento, —le hizo saber al mismo tiempo que le pellizcaba la mejilla.
—Pero a ti te encanta, Reme.
—¿Acaso a ti no? —añadió ella.
—Por supuesto, —tuvo que admitir. Para él también era un sexo de diez.
Ella le sonrió y se levantó para lavarse. Cuando se sentó en el bidet unas punzadas en su esfínter le recordaron los excesos.
Al regresar vio al joven tumbado en la cama y dispuesto de nuevo haciendo gala de una erección desproporcionada, mientras su mano subía y bajaba del cimbrel. Reme lo contempló y se relamió el labio ...