Mi marido no me satisface
Fecha: 13/01/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos
... corporales.
Mientras me chupaba, le veía las mejillas rosadas, disfrutando. Me ponía loco. De vez en cuando se la sacaba de la boca y le daba un pedazo de beso, nuestras lenguas moviéndose a todo trapo. Luego, se la daba de nuevo. Y todo esto sin dejar de mover mi mano, que la tenía entretenida en su sexo.
Enseguida tuve ganas de penetrarla. Fui a por un condón, pero ella me detuvo.
―No hace falta ―dice―. Bueno, tú haz lo que quieras, pero no hace falta.
―¿No hace falta? ―le digo dándome la vuelta.
―Tomo la píldora, desde hace años.
―Pues… joder, por mí…
―¿Vamos a tu cama? ―me pregunta, y se pone de pie de un salto, se sonríe y me coge de la mano, arrastrándome―. ¿Por dónde es? ―me pregunta mientras tira de mí, girando por los pasillos oscuros, los dos descalzos.
Ya sobre la cama, la abro de piernas, me pongo tendido boca abajo, con la cara sobre su sexo, y se lo como enterito. La forma en que la veo disfrutar me vuelve completamente loco. Ella se retuerce y me agarra del pelo con las dos manos. Sus exclamaciones de placer me ponen cardíaco: "¡oh!, ¡ahh…!, ¡ahss…assí!, ¡asssí!"
Yo, claro está, le metía la lengua dentro, poniéndola puntiaguda, le chupaba los labios, apresándolos con los míos y estirándolos, le metía los dedos, le masajeaba el clítoris… En fin, una locura.
En cierto momento, me despego de su sexo, con la cara manchada de su flujo, y le digo:
―Mmm, qué rico hueles, joder.
Ella de pronto levanta su cabeza y me mira, ...
... curiosísima, con una cara de interés que me asombra.
―¿A qué? ―dice con un jadeo― ¿A qué huele?
―A mujer ―le digo, y nada más pronunciarlo se desploma hacia atrás y suelta un "¡ohhh!" de placer, y se abandona de nuevo a mis manipulaciones.
Al cabo de unos minutos, nos ponemos de rodillas, frente a frente sobre el colchón, nos comemos las bocas y nos palpamos todo el cuerpo. De nuevo, parecemos dos adolescentes explorándose. Entonces, me suelta al oído:
―Déjame chupártela un poco.
Yo, encantado de la vida, me echo hacia atrás, así, de rodillas, apoyándome con los brazos estirados, ofreciéndome bien duro. Ella, también de rodillas, comienza a chuparme. Al instante, una de mis manos la sujeta del pelo para sentirla mejor. De tanto en tanto, me agarro el pene por la base y la hago sufrir a ella quitándoselo de la boca, dándoselo de nuevo, azotándola en la cara. Oigo sus "¡aaaa…!", con la boca muy abierta, como buscándola. Estamos excitados como monos.
―Ponte a cuatro patas ―le digo entre jadeos.
Ella lo hace, obediente y excitada, combando la espalda hacia abajo y mostrando bien su sexo. Es una pasada. Me encanta ver cómo lo desea. Haciendo un esfuerzo de voluntad ante esa visión, cambio de opinión y decido que aún no la voy a penetrar. Me inclino hacia abajo, poso mis manos en su gran culo y le abro las nalgas, apretándole la carne. Entonces, me acerco con la lengua, bien puntiaguda, y empiezo a lamerle el agujero del culo. Ella suelta un "¡ohhhh!" que me impresiona, ...