1. Una noche extraordinaria con un amigo de confianza


    Fecha: 15/01/2025, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... noche.
    
    —Hablas como si hubieras planeado todo esto.
    
    —Ah, qué perspicaz eres —dijo y se rio—. Ya te diste cuenta.
    
    —Eres un maldito desgraciado —fingió estar enfadado—, pero como eres mi amigo no te defraudaré.
    
    —Venga esa vergota que estoy ansioso.
    
    Al no tener otra opción, Alfredo se la metió por detrás como lo había pedido. Lo hizo despacio, explorando el interior de ese apretado orificio anal que parecía estrangularle la verga con vasta presión. La intemperancia no era deseable dada la poca resistencia del hombre de antebrazos velludos, sí la búsqueda de la fruición. Con las manos en la cintura del joto, desplazó la cadera hacia atrás y hacia adelante, lo cual era exigido por la penetración anal.
    
    Metérsela en el culo a otro hombre no era muy distinto de metérsela a una mujer en la concha, la única diferencia era la escasez de lubrificación, el resto era prácticamente igual. El estímulo anal era muy intenso gracias a la presión que ejercía el miembro cada vez que rosaba la glándula prostática durante el ingreso por la puerta trasera. Ningún hombre, sin importar su orientación sexual, podía resistirse a la estimulación anal.
    
    Como Tomás ya estaba acostumbrado a introducirse (o a que le introdujeran) objetos por el recto, no sentía más que un somero masaje interno que lo ponía tenso y ansioso. Obtuvo una erección con el estímulo de atrás y manoteó su corta verga de diez centímetros para jalársela. Se rehusaba a emplearla para sodomizar a otros, ...
    ... prefería mil veces que otros lo sodomizaran a él. Era una pasiva asaz orgullosa de su sexualidad.
    
    Los leves resuellos, inevitables durante el coito anal, se iban volviendo más intensos a medida que la penetración se aceleraba. Con un socotroco como el que tenía Alfredo entre las piernas, podía darle a su presa un placer supremo. Como a un animal acorralado, le dio con fuerza a ver cuánto resistía. Tomás tenía el culo de acero, aguantaba hasta las cogidas más despiadadas y no se quejaba, sólo gozaba.
    
    —Estoy en el límite…
    
    —Agarra mi verga y sacúdemela —le pidió—. Quiero que nos corramos juntos.
    
    Alfredo hizo lo que le pidió, estiró el brazo derecho, agarró una corta manguera con prepucio a la vista y la sacudió como se lo había solicitado. Era la primera vez que tocaba los genitales de otro hombre, y, a decir verdad, no le pareció tan desagradable como había imaginado. Le hizo la paja que se merecía por haberle dado la oportunidad de cogérselo.
    
    En cosa de nada, la tensión muscular se apoderó de las piernas del penetrador, el intenso placer se concentró en la entrepierna, el blancuzco fluido salió de los testículos, cruzó los conductos deferentes, ingresó a la próstata y fue expulsado con fuerza hacia la punta del condón que protegía el miembro viril. Tomás se vino justo después que él, lo disfrutó de la misma manera, sólo que con más intensidad ya que sus dos extremos estaban siendo estimulados al mismo tiempo.
    
    —Nada mal, eh —musitó Tomás y lanzó una sonrisa ...
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