1. Renacer en el parking


    Fecha: 20/01/2025, Categorías: Hetero Autor: dlacarne, Fuente: CuentoRelatos

    ... y sale todo, pero esta vez no lloré, solo suspiré sintiendo gran alivio.
    
    Estábamos parados en medio de la acera, disfrutando ese abrazo necesario, en silencio, apretando nuestras caras contra el hombro contrario, acariciando nuestras espaldas con ternura. Enma estaba blandita, tenía un abrazo muy agradable, a pesar de que sentía su mano en mi espalda aún más inquieta que la mía. Echamos a andar y, con naturalidad, no deshicimos del todo el nudo de nuestros brazos, quedándonos agarrados por la cintura. Sin ser delgadita, Enma tenía una cintura fina; la transición hacia sus anchas caderas era una cuesta pronunciada que provocaba vértigo. La sensación que tuve al apoyar ahí mi mano me hizo olvidar todas mis penurias temporalmente. Los movimientos de su cadera al andar se sentían increíbles desde mi posición. La verdad es que me dio algo de vergüenza y retraje mi mano, colocándola en su espalda. El resultado fue aún peor, ya que su culo grande y respingón daba lugar a una curva tan vertiginosa, o más, en la zona donde quise esconderla.
    
    Mientras yo me volvía loco buscando un sitio para colocar mi mano que no evocara demasiada sensualidad, Enma caminaba tranquila con su mano, ya no tan inquieta, bien agarrada a mi cintura. Nuestro paseo ahora era más lento, me pareció hasta sentir calma. Como si todo hubiera cambiado, hablando de cosas banales, como si fuera una situación normal. Tan normal que me sentía culpable.
    
    Al no tener rumbo alguno, nos encaminé intencionadamente ...
    ... hasta el parking y, una vez estuvimos cerca, confesé mi deseo de volver a mi infierno:
    
    -Enma, creo que debería de marcharme. He cumplido el cupo diario de sentirme bien.
    
    -¡No me digas eso, Jack! Pensaba que íbamos a estar más rato – no pensé que le fuese a afectar tanto el anuncio de mi marcha.
    
    -Ya, imagino, pero es que no puedo más por hoy. Poco a poco.
    
    -Ahora la que se va a quedar triste soy yo. ¿Ni un poquito más? ¡Has dicho que te estabas sintiendo bien!
    
    -Súper bien. No te imaginas. Pero, de verdad, creo que debería irme ya.
    
    -¡Jo! ¿Y un último abrazo?
    
    -Eso sí, por supuesto.
    
    Una vez más nos fundimos en un cálido abrazo, sintiendo su cuerpo, sus pechos apretados contra mí, notando como sus manos volvían a estar inquietas en mi espalda, subiendo y bajando sin parar de manosearme. Nos separamos y sus manos se quedaron reposadas sobre mi cadera.
    
    -Tengo que ir...
    
    Enma me besó, sin dejarme si quiera terminar la frase. Puede parecer que lo hizo de forma furtiva, pillándome desprevenido, pero no. Se acercó de forma lenta, lo suficiente para darme opción a una negativa que preferí no usar.
    
    Lo que no fue tan lento fue su lengua en mi boca. Me dejé llevar por ella. Posé mis manos en sus caderas, redescubriendo esa magnífica sensación, ahora desde el frente, sin tapujos. El sentimiento de culpa revoloteaba mi consciencia pero las manos de Enma adentrándose bajo mi camiseta lo hicieron desaparecer. “¡A la mierda! Quiero seguir con esto” me dije y me ardió ...
«1234...»