Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
Valentina estaba tirada sobre el sofá. Su cuerpo desparramado, parecía necesitar un espacio mucho más grande para que estuviese cómoda. Pero no era más que una ilusión óptica. En realidad, era bajita, y podría dormir tranquilamente en ese sofá. Pero es que, si bien era pequeña, ciertas partes de su cuerpo eran exageradamente desproporcionadas con respecto a su estatura y delgadez. Por supuesto, me refiero específicamente a sus tetas. En ese momento lucía una remera sin escote, pero aun así era imposible ocultar ese par de gomas. Me miró, desviando la vista del celular, pescándome con las manos en la maza, pues estaba mirando esos globos. Yo esquivé sus ojos inquisitivos, aunque sabía que era demasiado tarde.
—Voy a comprar unas cosas antes que se largue la tormenta —dije.
—Okey —respondió ella, ahora sin mirarme, como si lo que hubiera en su celular fuera mucho más interesante que cualquier cosa que yo le pudiera decir.
Afuera el cielo se había puesto tan oscuro que ya parecía de noche. Se levantó un viento frío que me hizo arrepentirme de haber salido solamente con un pulóver. La gente se metía en sus respectivas casas como si un demonio los estuviera persiguiendo. Pero esa reacción no parecía exagerada. Desde hacía días que en la televisión estaban advirtiendo que ese fin de semana caería una tormenta de una violencia inusual, que amenazaba con batir todos los récords. Yo era de los que descreían de los meteorólogos, aunque parecía ser que por esta vez el ...
... equivocado era yo. El clima tan tétrico, con ese viento filoso y el cielo totalmente cubierto, no presagiaba cosas buenas precisamente.
Pero aun así necesitaba salir un rato, a estirar las piernas, despejar un poco la cabeza, y tener un momento de soledad. De hecho, desde que me junté con Mariel, todos los días me urgía pasar un rato a solas, al menos una vez por día. La casa era muy grande, sí, pero Ellas ocupaban mucho espacio…
Además, ese fin de semana se dieron varias coincidencias llamativas. En primer lugar, Mariel se había ido a una feria del libro municipal en la provincia de San Luis. Yo, casualmente tenía franco —hacía años que no me tocaba franco un fin de semana completo, pero en esa época la empresa de seguridad en donde trabajaba empezaba a verse obligada a reducir las horas del personal—. Mi mujer era una escritora moderadamente reconocida en el ambiente literario de Buenos Aires, y a veces recibía invitaciones de distintas provincias para asistir y participar de eventos artísticos. Le había propuesto que fuéramos juntos. Pero me dijo que no, que sólo eran un par de días, y que seguramente me aburriría mucho, ya que tendría todo el tiempo actividades relacionadas con las literatura, cosa que a mí nunca me terminó por enganchar —y eso que hice muchos esfuerzos—. Además, me dijo que estaba intuyendo algo raro en sus hijas, así que prefería que me quedara en casa para asegurarme de que todo andaba bien.
Así que me tocaba hacer de niñero de tres chicas que habían ...