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Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... tenido la suerte de verles las bombachitas. Aunque claro, el trasero de la tercera chica, la tetona, era mucho más grande y respingón. Mientras entraba a la casa, escuché cómo las colegialas se despedían. La chica que había llamado mi atención les decía a las otras que debía comprar algo en el mercadito. Entonces, en un rapto de inmadurez, decidí dejar las bolsas de las compras en la cocina, y salir de nuevo, directo al minimercado. —¿De qué te olvidaste? —me preguntó el dueño del negocio, apenas entré. —Nada, unas cosas de limpieza —dije, sin darle mucha importancia, ya que temía que el tipo tuviera ganas de ponerse a hablar y me arruinara el momento. No me costó mucho encontrar a la chica. Por suerte estaba en la góndola contigua a la de limpieza. Tenía en la mano una toallita femenina. Agarré una botella de desinfectante para piso, y me le quedé viendo de reojo, fingiendo que estaba buscando alguna otra cosa, mientras ella parecía indecisa frente a la misma góndola. Creí haber estado haciéndolo sutilmente, pero como dije, Valentina —en ese momento no sabía su nombre—, siempre lograba pescarme infraganti, ya sea porque tenía mayor intuición que la mayoría de las mujeres, o simplemente porque yo bajaba la guardia cuando estaba frente a ella. —Hola —la saludé, para minimizar el daño, una vez que me vi expuesto. —Hola, ¿Te conozco? —preguntó ella. Tenía los ojos marrones bien abiertos, y las cejas levantadas, con una expresión que me resultó ...
... intimidante. —Me parece que sí —mentí—. Bueno, creo haberte visto antes. —Que nos hayamos visto no significa que nos conozcamos —retrucó la suspicaz chica. —No, claro. Pero eso puede cambiar —dije, levemente envalentonado, a pesar de que no tenía motivos para sentirme así—. Me llamo Adrián ¿Vos? —me presenté. —Valentina —dijo ella. —¿Y qué edad tenés Valentina? —pregunté. —¿Y por qué querés saber eso? —me dijo, con el ceño fruncido. —Porque… bueno. Porque me parecés muy linda —alcancé a decir, con un nerviosismo que ella seguramente notó. —Tengo dieciocho, pero igual sos muy grande para mí —aclaró. Se quedó unos segundos, como esperando respuesta. —Sí, bueno… Ya sabés lo que dicen. Para el amor no hay edad… —Pero yo no estoy buscando amor —aclaró, haciendo un gesto como diciendo “lamento decepcionarte”. Después devolvió la toalla femenina a la góndola y salió apurada del supermercado, dejándome hecho un idiota, sin poder decir nada para salvar la pésima imagen que le acababa de dar a esa chica sexy. —Qué boludo que soy —dije en voz alta. Hacía mucho tiempo que no quedaba como un pajero frente a una chica. Pero esta ameritaba el riesgo. Sin embargo, los nervios me jugaron una mala pasada. No se me había ocurrido nada astuto para decirle, y quedé como un viejo baboso. Llegando a mi casa, sintiéndome un completo idiota, no dejé de pensar en esa adolescente que me había volado la cabeza. Me pregunté quién se comía a ese manjar. Quién metía mano por ...