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Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... debajo de esa pollerita tableada, que estaba achicada, hasta casi convertirse en una minifalda. Porque no me cabían dudas de que alguien lo hacía. Me rehusaba a pensar que cogía con chicos de su edad. Una chica con ese cuerpo tendría decenas de hombres hechos y derechos que se morían de ganas de penetrarla. Ella tendría de dónde elegir. Supuse que era alguien sumamente precoz, pero que sin embargo tendría muchas cosas por aprender. Me imaginé siendo su profesor en la cama. fantaseé con meter mano en esos muslos carnosos y en esas turgentes nalgas. Pasó casi un año hasta que empecé a salir con Mariel. La conocí de pura casualidad, por un conocido que teníamos en común y que ni siquiera era un amigo. Si la palabra MILF estuviera en la enciclopedia, su significado debería estar precedido de una foto de ella. Con cuarenta años ya tenía a sus espaldas una vida llena de aventuras y tragedias. Dos matrimonios, tres hijas adolescentes, y una prolífica carrera como escritora que le permitía conocer casi todo el país. La primera impresión que me dio fue que era demasiada mujer para mí. Pero hice lo posible por esconder mis inseguridades, y me mostré como un tipo bien plantado en la vida, al que no le gustaba los rodeos y prefería ir al grano. La invité a salir, e increíblemente me dijo que sí sin que yo tuviera que insistir. La primera cita comimos sushi e hicimos el amor en la casa que yo alquilaba. En pocos meses nuestra relación dio un salto enorme. Nunca hablamos de ser ...
... novios, pero más allá de los rótulos, en la práctica, eso era lo que éramos. Yo no le preguntaba si se acostaba con otros tipos, pero asumía que no lo hacía, mucho menos cuando la relación llegó a un punto en el que nos veíamos muy de seguido, y nos comunicábamos todos los días por una cosa o por otra. Pero había algo que me inquietaba. En sus redes sociales, cada tanto subía fotos con sus hijas. Una de ellas se parecía demasiado a la chica que yo había abordado en el minimercado, ante la cual había quedado como un acosador. De hecho, no me cabían dudas de que era Valentina, pues la chica era inconfundible, y si bien había pasado bastante tiempo desde la vez que sucedió nuestro encuentro, en varias ocasiones me la crucé por la calle, por lo que el recuerdo de sus características físicas estaba bien fresquito en mi memoria. Trataba de no preocuparme por eso. Seguramente una chica como Valentina era abordada por tipos mucho más grandes que ella cada dos por tres. Es que era muy exuberante, y realmente parecía mayor, a pesar de que usara el uniforme de escuela. Así que tenía la esperanza de que mi intento por conocerla hubiera quedado olvidado. Cuando decidimos, con Mariel, que íbamos a vivir juntos, realmente no fue porque queríamos dar un paso más en nuestra relación. Lo cierto era que yo estaba hasta el cuello de deudas. Unos años atrás había sacado a crédito algunas cosas para la casa. Lo había hecho con un gran optimismo, suponiendo que conseguiría un mejor trabajo. ...