Mis odiosas hijastras (1)
Fecha: 09/02/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... dejado de ser niñas hacía bastante tiempo.
En el supermercado agarré un par de cervezas, que era lo único que hacía falta en la casa, ya que tanto la heladera como la alacena estaban repletas de comida. Caminé despacito hasta la casa. Las calles estaban ahora totalmente desiertas. Una gota helada me cayó en el cuello, y se metió por debajo de la ropa para luego deslizarse por la espalda, generándome escalofríos. Quizás era un presagio, pero en ese momento no lo pensé así.
No era la primera vez que Valentina me pescaba mientras la miraba indiscretamente. Y eso que desde hacía años que perdí la mala costumbre de mirar con lascivia a las mujeres atractivas —en realidad fue una costumbre que me la sacó una exnovia. Lo logró de una manera simple pero efectiva. Me dio vuelta la cara de un cachetazo cuando me descubrió mirándole el culo a una chica que pasaba por la vereda en minifalda—. Pero Valen no solo era una chica sexy. Ella estaba en otro nivel.
Cuando todavía no vivía con ella, yo alquilaba una casa a apenas un kilómetro de ahí. En esos tiempos estaba soltero. Hubo una vez en la que salí a hacer las compras al mediodía. Cuando estuve a punto de entrar a mi casa, vi que se acercaba, caminando por la vereda, un grupo de tres chicas adolescentes que recién salía de la escuela. No era un grupo cualquiera. Como de costumbre, las chicas lindas solían juntarse con otras chicas lindas. Estas tres pendejas, usaban la pollera tableada del uniforme escolar lo más cortas que ...
... podían. Recuerdo que las tres estaban bien maquilladas y con peinados demasiado producidos, todas de piernas hermosas y culo parado. Era casi fin de año, por lo que aventuré a suponer que se trataba de chicas del último año, y que muy probablemente ya habían cumplido los dieciocho.
Había una en particular que destacaba entre ellas. Y esto no era poca cosa, ya que las otras dos eran el sueño sexual de cualquier hombre de treinta y tantos años, como lo era yo. Pero la tercera, que a juzgar por su manera de hablar y por su lenguaje corporal era la líder, se destacaba entre las otras dos bellezas, y se destacaría estando al lado de cualquier otra hembra sensual. Tenía el pelo castaño lacio, suelto, un poco por debajo de los hombros. Un flequillo cubría su frente amplia —quizás su único defecto físico, aunque yo estaba lejos de fijarme en la frente, teniendo tanto en donde mirar—. La corbata estaba desanudada, y la camisa tenía varios botones desabrochados, y aun así, parecía que los otros botones estaban a punto de salir disparados. Las enormes tetas de la adolescente parecían apenas contenidas por la prenda.
Pasaron a mi lado, hablando con expresiones que no comprendí del todo. Yo hice tiempo en la puerta, haciendo de cuenta que estaba buscando la llave correcta en el manojo que tenía en la mano. Miré, sólo un instante, a las mujercitas. Las polleras bailaban por la brisa, y en todas ellas se adivinan hermosos ortos. Si la brisa se convirtiera en un vientito, quizás hubiera ...