Libertinaje en la alta sociedad
Fecha: 10/02/2025,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Patricia377, Fuente: CuentoRelatos
Montreal. Alimentábamos suficientes fantasías. Con Elizabeth, finalmente habíamos decidido dar el paso hacia el del pluralismo. Después de una satisfactoria experiencia con otro hombre, un intruso en nuestra relación, habíamos decidido introducirnos en el mundo de la orgía, al extremo. Estábamos en una encrucijada, en un momento decisivo: mantenernos en nuestras relaciones actuales o intentar la búsqueda de nuevos cuerpos, nuevas sensaciones, siempre juntos, de la mano.
Esa era nuestra complicidad. Un eventual amante de una noche la había follado en nuestra casa y en mi presencia. Mientras duró el coito no nos quitamos los ojos de encima. Mis ojos azules, en sus ojos verdes. Amo a mi esposa. Ella era tan hermosa mientras se corría. El orgasmo la trasciende. Saca a relucir en ella una belleza única y sutil. El juego de miradas alcanzó su punto máximo cuando su amante la había penetrado por el culo, con una mano le tiraba de los cabellos y con la otra le introdujo dos (o tres) dedos en su vagina. Vi el fuego ardiendo en los ojos de mi amor. Gritó, se contorneó y se apoyó en mis rodillas. Una vez aliviada, su amante la liberó, había hecho el amor, largo y tiernamente, como nunca antes. Ya recuperada se sentó a mi lado en el sofá y se inclinó sobre mi pene. Descargué mi semen en su boca. Nos quedamos abrazados para preservar este frágil momento, pura complicidad. El esperma fluía, olía.
Era obvio que tal momento no podía permanecer sin continuación. Habíamos llegado a un ...
... nuevo nivel en nuestras relaciones sexuales. Nuestros orgasmos eran cada vez más intensos, habíamos enterrado mucho de nuestros complejos. ¡Era como una droga, necesitábamos algo más fuerte! Luego se estableció una especie de ritual: contándonos nuestras fantasías. Sumisiones, humillaciones, sodomía, juegos de cuerdas, roles, hablamos entre nosotros, y uno como el otro trataba de mostrarse a la altura de las expectativas del otro. Éramos amantes en la cama. El tema de la pluralidad aparecía de vez en cuando sobre la mesa. Elizabeth quería verme que la follaban otra vez. Esa idea la excitaba. Me moría por verla ensuciada por hombres para después poder abrázala, límpiala, bésala, acariciarla, amarla.
El siguiente paso sería la orgía. Evitamos los clubes, que juzgábamos, sin realmente saber mucho, como demasiados superficiales. Queríamos algo privado, más íntimo. El único y verdadero problema de todo esto es que no sabíamos a dónde ir. La situación se desbloqueó una noche. Elizabeth regresó a casa después de tres días de viaje por razones de trabajo; era directora-ejecutiva en una empresa de telecomunicaciones. Yo esperándola, deseándola, comiéndole las nalgas, chupándole los pechos... Llegó triunfante de su viaje a Winnipeg.
"¡Encontré algo!"
"¿Encontraste qué?"
"Cosas increíbles, ¡te van a encantar, mi amor!"
Sacaba las prendas de su valija mientras me decía.
"Un «colaborador» de nuestra sucursal en Winnipeg me dio datos valiosos. En los momentos libres me ...