1. Las tetas de mi suegra, mi obsesión


    Fecha: 11/02/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Rollo, Fuente: CuentoRelatos

    ... de su rostro, rocé con la punta de mi polla, sus labios pintados de rojo.
    
    Ella, abrió los ojos, me miró y luego los volvió a cerrar.
    
    – Vamos, Teresita… chúpela… Sólo un poco, por Dios. Por favor, chúpela… – le dije, mientras rozaba sus labios con ella.
    
    Abrió la boca y metí mi polla dentro. Sujeté suavemente la cabeza de mi suegra y le marqué el ritmo de la mamada.
    
    Notaba su boca húmeda, el rocé de sus dientes y la presión de sus labios.
    
    Movía mis caderas y mi polla entraba y salía de su boca. Ella, seguía con los ojos cerrados, con ese gento de ausencia.
    
    – ¡Oooh, Teresita, cómo deseaba esto! ¡Dios, cómo me gusta que me la chupe usted! Quítese la dentadura, vamos… – le ordené.
    
    La mujer, sin siquiera abrir los ojos, se sacó los dientes de arriba y de abajo. Con rostro ruborizado, los dejó sobre el sofá. Sujetando su cabeza, volví a meter mi polla en su boca y comencé a follarme esta.
    
    Mis caderas se movían y podía notar la humedad, de la boca de la anciana. Sin dientes, era una gozada tener mi miembro en su boca.
    
    La mujer, chupaba y chupaba, haciendo un ruido ensalivado, que me excitaba mucho.
    
    – Así, Teresita, así… Qué bien, qué gusto, qué ganas de hacer esto, que tenía – dije.
    
    Saqué mi miembro de su boca y levantando ambas tetonas, puse este entre ellas.
    
    – Teresita, quiero frotarme entre tus domingas. ¡Oh, Dios mío, qué ubres, qué ubres! – dije excitado.
    
    La hice sujetar sus tetonas con las manos y mi polla quedó enterrada entre ...
    ... ellas.
    
    Ver a mi suegra sentada en el sofá, sujetando sus tetorras, con mi polla aprisionada entre ellas, dejándose hacer, con sus ojos cerrados y su gesto de desdén, me puso a cien.
    
    Mis caderas se movían adelante y atrás, haciendo que mi miembro, se deslizase arriba y abajo, entre los melones de la anciana, provocándome un enorme placer.
    
    – Así… así quiero follarte los pechos, suegra. Estos pechos, estos pechos… ¡Bufff! estas tetas enormes, son mi locura, Teresita – dije, casi sin aliento.
    
    Mis muslos chocaban contra las tetas de mi suegra, haciendo un ruido como ¡flop, flop, flop! que resonaba por toda la casita. Me frotaba con frenesí entre sus perolas. La sensación de ganas de correrme, no tardó en aparecer.
    
    – Teresita… Teresita, quiero follarla. No puedo más, necesito metérsela, suegra – dije, entre jadeos.
    
    Tumbé a mi suegra en el sofá, quien si quiera abrió los ojos y mantuvo su gesto de como si estuviese en otro mundo.
    
    Me quite los pantalones y calzoncillos, quedando desnudo, de cintura para abajo.
    
    Levanté las faldas de mi suegra y le quité las bragas, abriendo sus piernas, flacas y blanquecinas.
    
    Allí estaba ella, tumbada, con la blusa abierta, sus tetazas fuera del sostén, grandes, gordas y desparramadas a los lados. Podía ver su coño, peludito. El vello, le cubría el pubis y las ingles. Sus labios vaginales, sobresalían y brillaban.
    
    Lubriqué mi polla, con saliva y me coloqué entre sus muslos, sobre ella. La penetré hasta el fondo, notando el calor de ...
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