1. Un jueguecito morboso


    Fecha: 17/02/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Spintria, Fuente: CuentoRelatos

    Suena el timbre de casa. Me siento algo nervioso. Llevo ya un rato esperando sin saber qué hacer, viendo un programa de esos en los que no paran de gritarse entre unos y otros, y sin sentirme cómodo con ninguna postura apoltronado en mi sofá de piel. Me levanto y me dirijo hacia el interfono situado justo al lado de la puerta de entrada. En la pantallita aparece ella y, tal como habíamos pactado, abro sin mediar palabra. No tardará más de un par de minutos en subir a mi piso, y tampoco tardará demasiado en volver a irse.
    
    Nos conocimos en una popular red de contactos en internet y, tras varias conversaciones a través de la mensajería del sitio web y whatsapp, decidimos vernos en persona en un café de Barcelona. Charlamos, reímos, nos miramos, nos dimos el visto bueno... Ese día no pasó nada. Tan solo fue una primera toma de contacto. No disponíamos de demasiado tiempo puesto a su condición. Rosa es una mujer casada de 41 años.
    
    Ella es risueña, divertida y charlatana. No para de hablar y da la impresión de estar siempre de buen humor. De piel pálida, cabello largo y negro, y ojos marrones. El día que nos vimos llevaba un pantalón tejano claro y ajustado, el cuál dibujaba perfectamente el contorno de sus anchas caderas, sus muslos, su culo... Y una camisa de color blanco roto que, a pesar de llevar bien abrochada y no mostrar escote, se intuía sobradamente que Rosa poseía unos pechos grandes y, a simple vista, diría que naturales.
    
    Escucho el eco de sus pasos por el ...
    ... pasillo de mi planta cada vez más cercano. Se detiene. Suena el timbre. Abro... y comienza nuestro sencillo juego de hoy.
    
    Nos miramos a los ojos. Sonreímos. Nadie dice nada. Una sola palabra y deberá marcharse, y yo volver a mi sofá. Es parte de nuestro juego.
    
    Lo primero en lo que me fijo es en su abrigo. Debe ser de la marca Desigual, con mucho colorido, curioso, original, y a la vez bonito. Abrochado hasta el cuello prácticamente y tapando todo su cuerpo hasta unos pocos centímetros por encima de sus rodillas, cubiertas por unas medias negras que apenas transparentan, y calzando unas botas oscuras, altas y de tacón.
    
    Al verla me arrepiento de no haberme vestido un poco mejor. Llevo una sudadera de chándal gris con capucha, y unos pantalones a juego. Aunque realmente me he decantado por esta prenda por comodidad. Comodidad hacia ella. Lo tendrá más sencillo.
    
    Doy un paso atrás para dejarla entrar, y una vez nos encontramos ambos en el recibidor, cierro la puerta. Nada más hacerlo me giro hacia ella, y sin apenas darme tiempo a nada, se pega frente a mí, sujeta mi sudadera levantándola levemente con su mano izquierda, para posteriormente introducir los dedos de su otra mano por la cintura de mi pantalón hasta encontrar mi polla, la cual no tarda en despertar de su siesta.
    
    Me quedo quieto. No puedo hacer nada. No puedo tocarla, no puedo besarla, no puedo hablar. Tan sólo quedarme quieto y esperar a que ella haga lo que ha venido a hacer. Así son las normas de nuestro ...
«1234»