El lobo negro y la gata rubia
Fecha: 21/02/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Año 1000. Año en que muchos temían grandes catástrofes. Incluso el fin del mundo. Según los libros, el año en que termina la alta edad media… Las duras condiciones de la vida medieval, poco a poco, van mejorando. Muy poco a poco...
Mediodía de un día de verano. El sol brilla en lo alto. Carlota sale a la plaza… Es la hora en que sale normalmente. Acaba de levantarse… No ha desayunado, va a comprar pan y un poco de fruta. Están levantando el mercado del burgo. Es tarde para los mercaderes, pero es la hora propicia para ella… Las vecinas la miran mal… ponen mala cara y tuercen la mirada. Un alma perdida de la casa roja… del burdel de María Sarmiento.
Ella camina entre los puestos como todos los días. Los comerciantes sonríen… saben que es buena clienta. Alguno maúlla. Conocen su apodo: la gata, la gata rubia. Ella actúa como siempre… Pero por dentro, algo la incomoda, no llega a atormentarla pero provoca algo de malestar.
La noche anterior discutió con su jefa… La Sarmiento quería que atendiera a un cliente más, ella estaba destrozada. Lo hizo pero de mala gana… Aquel granjero era un bruto y lo sabía. Intentó evitarlo… pero una moneda de oro es una razón indiscutible para la jefa. Se le notó demasiado que lo hizo de mala gana… Al terminar, tuvo que oír tremendo sermón.
Carlota hizo sus compras normalmente y volvió al burdel. Se lo tomó con calma, temía una nueva bronca del ama…
Al llegar no se creía lo que vio… Habían llegado dos soldados y un sargento. ...
... Revolvían todo, volteaban cajones, tiraban ropa por el suelo. Sus compañeras y el ama estaban abajo, firmes y asustadas. El sargento les gritaba.
Había desaparecido el anillo de un joven caballero. Un cliente de la noche anterior.
Estaban dispuestos a todo para encontrarlo… Amenazaban con azotar a todas.
Ella sabía lo que había pasado… No lo había robado. El joven lo olvidó. Ella “olvidó” avisar… Iba a dárselo a su jefa al final de la jornada, pero con la bronca lo olvidó. Lo olvidó o no quiso recordarlo… ya daba igual.
Al no encontrarlo en la casa, comenzaron a registrarlas. Sin pudor alguno las manosearon cuanto quisieron.
Carlota fue la última. En cuanto sintió que el soldado la agarraba, metió su mano en el pecho. De allí, del canalillo, sacó un saquito.
El sargento abrió la pequeña bolsa y no tuvo que decir nada. Con el anillo en la mano, miró a sus hombres que se abalanzaron sobre ella.
Salió de allí maniatada, con las manos juntas delante, en posición de rezar. Unieron otra cuerda larga a sus ataduras para arrastrarla.
La llevaron al castillo. El duque la juzgó tras su copiosa comida. Contrario a su costumbre, la creyó. Ya que no había robado la joya, sólo se había apropiado de ella; le dio a elegir: la horca o la prisión de por vida en una torre de la muralla. Ella decidió conservar la vida. "Creo que has elegido mal" … le dijo el sargento, mientras la amarraba a una argolla en el patio.
Aquella noche, como no, tuvo la visita del sargento y de sus ...