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Mereces un castigo
Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... dicho como soy. Pero te amaba tanto que temí perderte —sus ojos se llenaron de lágrimas. Sus hombros se estremecían al compás del llanto. La creí. —Bueno. Tranquila. No pasa nada. Al menos ahora nos contamos lo que debimos habernos contado hace mucho. —Tenía mucho miedo, amo. No quería perderte. Sin ti me moriría —su llanto parecía ir en aumento. —Tranquila. Ven aquí —ella se apresuró a acercarse, cuando estuvo a mi lado se arrodilló obediente y yo tomé su barbilla para levantar su cara. La vergüenza hizo que cerrase los ojos para no mirarme a la cara. Arrastré una lágrima con el dedo y me la llevé a la boca. Verla así, indefensa, llorosa ante mí me hizo desear abrazarla para decirle que todo estaba bien, que no me perdería. Pero las cosas habían cambiado. El estado de ánimo de Bea era real, sus pezones habían menguado de tamaño y ahora apenas sobresalían de la areola. Aun así era una visión excitante y mi virilidad lo advirtió. —¿Quieres que te folle? —Sí, amo. Si tú lo deseas —abrió los ojos para mirarme en los que vi el deseo y un amago de sonrisa. —Entonces ven —dije tirando de ella. La tumbé sobre el tablero de la mesa, boca arriba y acerqué su pelvis al borde. Abrí sus piernas hasta que la postura resultó incómoda y le ordené mantenerlas así con sus manos. Obedeció sin rechistar, con los ojos cerrados, esperando mi estaca en lo más profundo de su ser. Me deleité con la visión de su coño totalmente abierto esperándome. Vi que comenzaba a ...
... humedecerse con la simple tortura de la espera. Di un par de tirones más de su vello púbico que la hicieron retorcerse de dolor y placer. Se escaparon un par de gemidos de sus labios. Vi que se los mordía para no gritar. No sabía si de dolor o de gusto. Bajé el pantalón y el bóxer y apunté mi polla contra su raja ya totalmente mojada. Lo pasé a lo largo de sus labios un par de veces. En la tercera lo metí de un solo golpe hasta el fondo. Estaba tan húmeda que entró sin problemas hasta que mis pelotas chocaron con su culo. Me eché un poco hacia delante y agarré ambos pezones que volvían a estar duros como piedras. Sin piedad tiré de ellos hasta que las tetas parecían querer despegarse del pecho. Eso arrancó un grito de dolor que murió convirtiéndose en un murmullo de genuino placer cuando aflojé un poco. No por eso los dejé en paz. Tiré, retorcí, pellizqué aquellos duros botones con ganas mientras bombeaba y ella se retorcía de placer sin dejar de gemir presa de un intenso orgasmo como nunca había logrado proporcionarle. Después seguramente se acusaría de haberse corrido sin mi permiso, pero en realidad no se lo había negado. Tenía que probar eso. Seguro que era un espectáculo genial. Tras varios minutos más bombeando con ansia me corrí hasta descargarme por completo. En cuanto recuperé un poco el aliento me salí de ella. Bea mantuvo estoicamente la posición esperando mis órdenes. —Ven aquí y límpiame la polla. Se bajó de la mesa enseguida para arrodillarse ante mi y chupar de ...