1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... nuevo con ansia. Como si quisiese arrancarme la polla chupando. La dejé seguir un rato hasta que sentí que perdía firmeza. Entonces la aparté de un empujón, como si no tuviese derecho a disfrutar de mi rabo.
    
    —Ya está bien, puta. Puedes ir a ducharte y dejar ese coño más pelado que tu culo. Si no los próximos golpes serán ahí.
    
    —Sí , amo. Gracias, amo —dijo retirándose de rodillas.
    
    —Ponte en pie anda. Si no aún te caerás. Por cierto. ¿Por qué me das las gracias?
    
    —Por follarme, amo. Espero haberte complacido.
    
    —Si, mucho —contesté condescendiente mientras volvía a vestirme.
    
    En ese momento sonó su móvil. Lo cogí y abrí el whatsapp. Era el hijo puta de su jefe. Le exigía estar en el hotel en media hora. Miré como contestaba normalmente y escribí “Hoy no puedo. Estoy enferma”.
    
    Al instante apareció el mensaje de vuelta: “Que te pasa?”. Lo pensé un segundo antes de contestar: ”Gonorrea”. Tal como esperaba comenzó a sonar la llamada del cabrón. Rechacé la llamada. Volvió a llamar insistente, así que quité el volumen al aparato. Entré en la agenda y me envié a mi teléfono el número del cerdo asqueroso aquel. Después tiré el teléfono sobre el sofá.
    
    Entré en el baño para advertir a Bea. Estaba bajo el chorro de agua. ¡Joder, que visión! Estaba tan espectacular que me daban ganas de mandar todo a la mierda y meterme vestido y todo con ella en la ducha. A duras penas aguanté las ganas de hacerlo.
    
    —No volverás a ese despacho. Ya te ha enviado un mensaje el ...
    ... hijoputa reclamándote para dentro de media hora pero le he dicho como si fueses tú que no irías. Le dije que estás enferma. De gonorrea —añadí. Una sonrisa asomó a su cara pero se borró enseguida, de repente avergonzada—. No quiero que contestes ninguna llamada ni mensaje de ese cabrón. ¿Está claro? A partir de ahora tratará conmigo.
    
    —Sí, amo —contestó. Creo que noté un cierto tono de alivio en su contestación.
    
    Pues me voy. Hasta luego.
    
    —Hasta luego, amo.
    
    La mañana transcurrió con normalidad, si puede llamarse normalidad al vuelco que había dado mi vida en apenas 24 horas. Recibí un mensaje de Bea diciendo que tenía más de una docena de mensajes del hijoputa, los últimos amenazantes. Le ordené que los ignorase pero comprendí que erá lógica su preocupación, así que en cuanto pude me largué para casa. Mientras abría la puerta llegó el que esperaba. Al fin había llegado el mensaje del cabrón. Lo ignoré y entré. Bea estaba arrodillada en el salón esperándome.
    
    —Hola —saludé—. ¿Está lista la comida?
    
    —Sí, amo. Buenas tardes.
    
    —Buena perra. Así me gusta. Levántate y ven aquí —quería ver su coño.
    
    Se levantó sin hacerse de rogar y se acercó con la cabeza gacha. Se detuvo, con los brazos caídos a los costados en cuanto estuvo al alcance de mi mano. Podía sentir su aroma y me volvía loco. Mirándola a la cara acerqué mi mano hasta su sexo. Lo toqué con suavidad para comprobar que no quedaba ni un pelo. Su pecho se agitó al sentir el contacto de mis dedos. Dejé resbalar mis ...
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