1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... donde pude y ella soltó un gemido mezcla de dolor, sorpresa y placer.
    
    Me agaché tras ella y separé sus nalgas. Su ojete se presentaba ante mí como una delicia. Sin poder resistirme pase mi lengua a lo largo de toda la raja y tracé un par de círculos alrededor de aquel agujero que me pedía ser desflorado.
    
    —¿Alguna vez te han follado el culo?
    
    —No, amo —su voz ahora temblaba. Parecía saber lo que vendría a continuación.
    
    —¿Lo deseas? —no contestó.
    
    —¡Contesta! —exigí propinándole una palmada.
    
    —Yo solo deseo complacerte, amo —parecía a punto de empezar a llorar.
    
    —¿Quieres que te rompa el culo, zorra?
    
    —Solo quiero complacerte, amo —ahora lloraba ya sin disimulo.
    
    —No es eso lo que te pregunto. Contesta.
    
    —Tengo miedo, amo. Nunca me han follado por el culo y me da miedo.
    
    —Muy bien —decidí—. La mejor manera de perder el miedo es enfrentándose a lo que tememos. No te muevas de esa posición.
    
    Fui a la cocina y cogí la tarrina de mantequilla. Sí, en ese momento estaba recordando el “Último tango en París”. Volví a su lado y tal como le había ordenado no se había movido. Levanté su rostro y vi que estaba surcado de lágrimas. Aunque no le dije nada decidí que sería cuidadoso. Tampoco quería convertirlo en algo traumático. Abrí la tarrina y cogí un puñado con la mano que unté en su ojete. Ella hizo el amago de cerrar las nalgas pero se lo impedí. Tras untarlo bien metí el índice poco a poco. Quería ver como se deslizaba. No costó demasiado aunque en un acto ...
    ... reflejo intentó cerrar el esfínter.
    
    Metí y saqué varias veces el dedo hasta que sentí que se relajaba un tanto. Era el momento de meter un dedo más. Entonces comenzó a gemir aunque procuraba no hacerlo demasiado fuerte.
    
    —¿Te duele?
    
    —Un poco, amo.
    
    —¿Y te gusta?
    
    —Sí, amo —pensé que la respuesta se debía más a su interés en complacerme que al posible gozo que pudiese sentir. Pero en ese momento me daba igual. Me estaba convirtiendo en alguien completamente distinto. Me empezaba a gustar esto de humillarla y golpearla hasta hacerle sentir dolor.
    
    Cogí un último puñado de mantequilla y me unté el rabo. Arrimé el glande a su esfínter y empujé. Bea arqueó la espala mientras soltaba un gruñido por el esfuerzo que le suponía amoldar su virgen ano a mi polla. Agarré sus caderas y empujé poco a poco. He de reconocer que aguantó como una campeona. Sus manos estaban crispadas agarrando el respaldo del sofá. Creí que le arrancaría un pedazo. Pero seguí empujando hasta que la mitad estuvo dentro. Ahí me detuve un momento esperando que su culo se amoldase al intruso. Su respiración parecía normalizarse. Volví a empujar. Esta vez me pareció que era ella quien empujaba su cadera hacia atrás buscando encularse con mi polla. Su espalda se puso más recta levantando el culo. Poco después había llegado al fondo. Me detuve de nuevo esperando que se acostumbrase a mi polla. Un minuto después estaba bombeando con ganas. Mi polla estaba deliciosamente apretada en aquel agujero por el ...
«12...212223...33»