-
Mereces un castigo
Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Bea. —Sí, señora. Si mi amo lo desea puede hacer lo que quiera. —No es eso lo que te ha preguntado —dije con voz neutra—. Te ha preguntado si te parece bien. Y mírame a los ojos para responder. Bea levantó la mirada. Una tímida sonrisa teñida de tristeza asomaba a su cara. Me miró fija y decididamente a los ojos antes de contestar. —Sí, amo. Me parece bien que le folles el culo a la señora —admitió dejándome sin palabras. Su voz decía que era sincera. —Genial —dijo Amparo como si hubiésemos decidido jugar al monopoly—. Pues entonces os espero el próximo viernes a las ocho para cenar. Ya veréis cómo lo pasaremos en grande. Se me está ocurriendo una idea maravillosa. —¿A cenar? ¿Estará su marido? —estaba intrigado. —Claro que estará. El será… el invitado de honor, por decirlo así —una sonrisa malvada se dibujó en su rostro—. Y ahora debo irme, que he de preparar un par de cosas. La acompañé hasta la puerta y abrí. En la puerta me dio un pico antes de decirme: —Pronto tendréis noticias mías. Muy buenas noticias —añadió guiñándome un ojo como una niña traviesa. Volví al salón. Bea me miraba con los ojos como platos como intentando saber qué iba a pasar. Parecía asustada ante la perspectiva de tener que cenar con su antiguo jefe. A mí tampoco me hacía ninguna ilusión tenerlo delante, pero algo me decía que podía confiar en Amparo. Me dejé caer en el sofá dando vueltas a la cabeza. Bea se quedó a mi lado en pie, esperando cualquier orden por mi ...
... parte. ¿Tal vez Amparo pretendía que le follase el culo delante de su marido? Eso sería algo muy loco y desde luego sería algo digno de verse. Pensar en eso me hizo recordar que nunca me había follado el de Bea y de repente me apeteció hacerlo. Me puse en pie y me acerqué a ella que seguía inmóvil esperando mis órdenes. La rodeé y me quedé un momento detrás admirando sus nalgas. Ella debía esperar un castigo, pues su respiración se volvió más agitada. Cuando mi mano rozó una de ellas no pudo reprimir un respingo. Pasé un dedo a lo largo de su columna. —Tranquila. No voy a pegarte. A no ser que lo merezcas. ¿Lo mereces? —Sí, amo —respondió enseguida. —¿Por qué? —Por haber sido una zorra y hacerte daño, amo —respondió mirando al suelo. Su respiración era cada vez más agitada. —Bien. Me gusta que reconozcas tus faltas —dije mientras le daba un cachete—. Pero tus faltas merecen algo más que un par de golpes en el culo. Merecen más… castigo. ¿Estás de acuerdo? —Sí, amo —su voz ahora indicaba un cierto temor a lo que podría venir a continuación. La agarré por el pelo y la obligué a inclinarse sobre el respaldo del sofá. Ella tan solo soltó un pequeño grito fruto de la sorpresa. Seguramente estaba esperando que maltratase sus blancas nalgas. En lugar de eso las acaricié. Sabía que ella esperaba ansiosa el primer golpe. Con el pie la obligué a separar las piernas. Después pasé una mano por su sexo. Estaba ya húmedo. Metí sin consideración un par de dedos hasta ...