1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... sentamos a la mesa. La cena transcurrió amena. Amparo se multiplicaba para sacar temas de conversación y evitar que Antonio intentase monopolizar a Bea. Antonio trasegó copa tras copa que Amparo procuraba llenarle seguido. Al acabar la cena, Antonio roncaba como un becerro con la cabeza en la mesa.
    
    —Nesto, ayúdame por favor —pidió Amparo levantándose en cuanto la cabeza de Antonio cayó sobre la mesa.
    
    —¿No se habrá pasado, señora? —preguntó Bea preocupada. Desde luego no era nuestra intención matarlo.
    
    —Tranquila querida. Solo dormirá como un tronco durante un rato. Y por favor, esta noche te ordeno que me llames Ama. ¿De acuerdo? —quiso saber mirando a los dos.
    
    —Por mi vale —acepté encogiéndome de hombros.
    
    —Como gustes, Ama —sonrió Bea.
    
    Entre los tres llevamos a Antonio hasta un sofá. Lo echamos de bruces sobre el respaldo y lo desnudamos. Después Amparo sacó unas bragas rosas con puntillas horrorosas y se las puso a su marido hasta la rodilla. Estaba grotesco. Lo atamos para dejarlo inmovilizado y satisfechos de nuestro trabajo nos sentamos a esperar. Una cámara de vídeo lo filmaba desde un lateral para tener una buena imagen tanto de su cara como de su cuerpo.
    
    Antonio no tardó mucho en despertar. Sacudió la cabeza intentando despejarse y miró alrededor. Al vernos mirándolo fue consciente de su desnudez.
    
    —¿Qué demonios pasa aquí? Soltadme.
    
    —Tranquilo, querido. Vamos a pasarlo muy bien los cuatro como te prometí.
    
    —Joder, pero a mí no me gusta ...
    ... que me aten.
    
    —Hoy lo haremos un poco distinto —contestó Amparo con un tono enigmático mientras se levantaba y acariciaba el rostro de Antonio—. Que pena que no se te empine. Pero aún así lo pasaremos bien. Prometido.
    
    Mientras Antonio miraba sorprendido el panorama, Amparo comenzó a desnudarse sensualmente sin dejar de mirar a Antonio a los ojos.
    
    —Zorrita, ven aquí y desnúdate —le ordenó a Bea. Yo seguía sus evoluciones desde el sofá con un vaso de licor en la mano. Bea se colocó ante Antonio de frente a Amparo y se desnudó. Parecía una diosa radiante de belleza. Amparo le quitó la peluca y la hizo girarse hacia su marido.
    
    —¡Tú! Exclamó sorprendido.
    
    —Si querido. Es ella, Bea. Ya veo que la recuerdas muy bien. Y este es su marido. Nunca lo habrás visto, pero sé que has hablado con él —yo levanté mi copa a modo de saludo, sonriente.
    
    —Ahora, querida, quiero que me comas el chocho. Sé que a Antonio le gustará ver como lo haces.
    
    Antonio tragó saliva ante la perspectiva del espectáculo lésbico que se se avecinaba. Yo dejé la copa y me levanté. Me acerqué a las dos mujeres y posando la mano en el culo de Amparo que gemía con los ojos cerrados la besé en la boca ignorando las protestas de Antonio. Amparo separó a Bea con dulzura.
    
    —Ahora prepara la polla de tu amo para mí, querida. Mientras tanto voy a procurar un poco de silencio aquí.
    
    Bea sacó obediente mi aparato de su prisión y comenzó a comerlo. Mientras lo hacía soltó mi pantalón y lo dejó caer al suelo ...
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