1. Que hacer en tiempos de crisis


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Confesiones Autor: Patita Putita, Fuente: CuentoRelatos

    ... marido! No sabía que mi marido se estaba haciendo una puñeta al verme así. Ja,ja,ja. ¡Quién diría, con lo seriecitos que éramos!).
    
    Finalmente, mi picador me echó otra golfada de leche. Se salió de mi sufrido agujerito y se tumbó a un lado. Yo hice lo mismo. Nos quedamos quietos unos minutos, descansando. Me dijo:
    
    Me gustaste, si no has cambiado de opinión, puedes venir a trabajar conmigo.
    
    Sí, a mí también me gustó, estoy de acuerdo en ser una de tus putas.
    
    Me arreglé y salí a encontrarme con mi maridito. Lo encontré en la barra, viéndome con una mirada medio extraña. No dijo nada cuando llegó el padrote para ratificar lo que me había dicho antes, que si queríamos yo tenía la puerta abierta para trabajar en el local, quedando a combinar algunos detalles como días y horas. Sugirió una cantidad que podría ganar. Era varias veces más que lo que ganaba como profesora. Inclusive más de lo que ganaba mi marido.
    
    Marcamos mi primer día de trabajo.
    
    Regresamos en silencio, no nos atrevíamos a hablar. Ni a contar en detalle lo que había pasado. Yo no sabía que mi marido había visto y oído todo lo que había hecho.
    
    En la noche, ya tranquilos y solos, me lo confesó. Nos abrazamos, lloramos y nos consolamos mutuamente. Quedó decidido que regresaría al burdel y que a partir de este día sería sin ninguna duda una ...
    ... puta profesional. ¡Qué vergüenza! (No tanta. Me había gustado. Era algo que todavía no me lo confesaba).
    
    Mi trabajo en el burdel nos salvó de la crisis, iba unos tres días por semana o cuando me llamaba el padrote, a veces para algún cliente especial, o para unas fiestecitas con sus amigos. Pronto me hice una de las preferidas de la casa, con clientela fija y muy buen ingreso. Me sentía contenta de ser una golfa, o perra, como quieran llamarme.
    
    Descubrí que era muy buena por todos lados, que era una garganta profunda natural de primera, podía recibir pollas enormes, hasta el fondo, sin reacciones, además comiéndome los mocos sin ningún problema, lo que les gustaba mucho a mis jinetes. Dar el culito, una vez aguangado, fue muy fácil, le gustaba a mis jinetes y me daba placer. Alguna vez me tocó participar en fiestas en que las putas éramos transadas por varios cabrones. En esas ocasiones me tocaba recibir por todos los agujeros y con frecuencia varios carajos al mismo tiempo. Huuum… si. Ya no me sorprendía tener tres palos metidos y algún otro en la mano esperando turno ¡Antes no había sabido que era una putota tan chingona!
    
    Mi maridito no reclamaba, además de ganar tan bien, le daba gusto en la cama, le decía como follarme diferente, lo hacíamos y quedaba feliz.
    
    Pasó a ser una buena vida… Y seguía dando clases… 
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