Navidades Calientes 2
Fecha: 28/02/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: tinieblas, Fuente: RelatosEróticos
Capítulo II
El estomagó comenzó a dolerme. ¿Eran remordimientos o gases? Miré a mi familia observando sus regalos, sonriéndose y compartiendo momentos felices y preciosos. La verdad es que si no fuera tan estresante sería mi época favorita del año. No pude evitar pensar en un buen cóctel en una playa caribeña con la brisa marina acariciando mi cuerpo bronceándose al sol y mis pies hundiéndose en la arena.
—Sandra —dijo mi suegra, despertándome de mi ensoñación. La brisa que me acariciaba era una leve corriente de viento invernal y mi única bebida un poco de agua para recuperar lo sudado hacía quince minutos. Parpadeé, arrepintiéndome de haberme jugado mi matrimonio por un polvo. Un polvo con el hermano de mi marido. Pero miré a este último y me di cuenta de que nuestro matrimonio se había roto hace tiempo. Tragué saliva. Un divorcio no me parecía apropiado para los niños, pero ya la idea de pensar en dormir en la misma cama que él se me hacía pesada. Sí, a pesar de haber soñado con ello hace tantos años. A pesar de que cuando empezamos a dormir juntos yo lo abrazaba con toda la fuerza de mis brazos y me acurrucaba en su pecho. A pesar de tanto amor, al final yo...
Yo había tirado lo que habíamos construido por la borda. Nuestra historia de amor, nuestra casa pagada a medias, nuestros maravillosos hijos, nuestra comodidad. Y todo por meterme la polla equivocada.
Negué con la cabeza. El adulterio me parecía aberrante, y ahora lo intentaba justificar en mi mente. ...
... Que si no había pasión, que tampoco había comunicación, que tampoco había complicidad como la hubo haría tantos años...
—¡Sandra! —me repitió mi suegra, pensando que no le hice caso por no haberla oído. La miré con una sonrisa.
—¿Dime?
—¿Crees que esa talla te valdrá o debería haber cogido una más grande? —me preguntó tras ver que los niños estaban bien lejos. Miré las bragas y vi que eran exageradamente grandes para mí. ¿Me llamas gorda? Me he tirado a tus dos hijos, zorra.
—No creo que me valga, ¿tienes el ticket?
—Claro, querida. —me entregó un ticket regalo. De ésos que no puedes descambiar por dinero. Quise negar con la cabeza, pero no quería darle esa satisfacción. ¿Acaso se piensa que necesito cinco dólares de las bragas?
—Gracias. —le dije falsamente. No me llevaba mal con ella, pero tampoco la tragaba mucho. Era simpática pero de vez en cuando te metía alguna puya. Y sus hijos las pollas.
Reí por lo bajo. Qué tonterías pensaba...
Me retorcí en el sofá intentando encontrar la postura. Por un momento nos quedamos todos en silencio, incluyendo a los niños, y escuchamos al viento afuera rugir con furia. Tuve la certeza de que el escalofrío que sentí lo sintió todo el mundo.
—Voy a asegurarme de que todo esté bien cerrado. —dijo Tommy, mi marido. —Las persianas, incluso. Total, la luz ya está dada.
—Te acompaño. —dijo Jack. Escondí mi cabeza entre mis manos, deseando que no se le fuera la lengua.
Y el mundo se fue apagando. Al menos en la ...