Navidades Calientes 2
Fecha: 28/02/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: tinieblas, Fuente: RelatosEróticos
... planta de arriba, donde cerraron las persianas y la poca claridad que entraba se desvaneció.
—Espero que la perrita esté bien. —dijo el vecino.
—Sí, le hemos puesto bien de agua y de comida. —dijo su mujer.
Se acurrucaron. Los miré y deseé eso para mí. Pero, bueno, ya era demasiado tarde, ¿no?
Suspiré nostálgica, sintiendo el frío calando en mí. Me levanté para darle la máxima potencia a la estufa. Temí la factura que nos llegase, pero la situación lo pedía. Después, puse un disco de música antigua. “¿Dónde están los villancicos?”, me preguntaron unos cuantos. “Estoy en mi casa y hago lo que me salga del coño”, pensé yo. Por un momento me harté de ellos. Estaba... bipolar. Ahora los amaba, los apreciaba, y ahora los odiaba y rechazaba. Y todo por culpa de lo destrozada que me hallaba por dentro.
—¿Estará bien vuestra perrita? —pregunté casi con una lágrima a los vecinos.
—Sí. —dijo ella. —Ya sabes, lo huskys resisten bien el frío. Y con lo bien entrenada que está y la comida que tiene aguantará estos dos días.
—Sin preocupaciones. —sonrió él.
—¿Os costó entrenarla? —pregunté dándoles la espalda a todos estando de pie, secándome la lágrima que me caía.
—El miedo, —dijo él. —más que nada. Era quitar el miedo lo que nos costó. Miedo a ver cómo crecería, qué sería de su vida, qué sería de la nuestra... Una vez quitamos el miedo, todo fue sobre ruedas.
—Miedo al cambio, ¿no? —pregunté yo, consternada. —Miedo a que aquella nueva vida que adoptabais en ...
... vuestra casa no fuera a encajar. Miedo a que cambiase vuestro ritmo diario y rompiera vuestros esquemas.
—Sí, mucho miedo. —dijo el hombre perdiéndose su mirada para luego volverla a enfocar en mí. Lo vi en un espejo. Sin duda, sabría que no hablaba de su perra.
—La próxima vez traedla, por si vuelve a pasar esto.
—Oh, gracias. —dijeron casi a la vez. El marido continuó: —Aunque la próxima vez esperamos planear el viaje antes.
—Tonterías. —le dije yo. —Aunque no seáis sangre, sois como de la familia.
Lo dicho. Ahora los odiaba, ahora los amaba. Pude ver lágrimas de emoción en sus ojos. Me giré y vinieron a darme un abrazo. Por poco no me derrumbo allí al posar mi cabeza en ellos.
—La magia de la Navidad. —dijo mi madre. La miré y le sonreí. Entonces se fue produciendo más magia. Todos nos fuimos abrazando. Incluso los niños llegaron y se unieron al círculo que hicimos, donde yo quedaba en mitad. Sonreí. ¿Cómo entristecerse en esa situación? Pero entonces aparecieron Jack y Tommy, y se sumaron al abrazo.
—¡Familia! —gritó Jack. —Qué grande sois.
“Cabrón”, pensé por un momento. Y entonces las luces se fueron. Apagón. Nos separamos consternados y encendimos las linternas de los móviles. Tommy se acercó a los plomos y no los vio bajados, por lo que entendió que no era un problema de sobrecarga, sino de alguna torre.
—Lo que faltaba. Atrapados y sin luz. —dijo una voz masculina que no supe identificar. Tommy bajó al sótano, donde teníamos un generador. ...