1. Situaciones morbosas


    Fecha: 09/03/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Hansberville, Fuente: CuentoRelatos

    ... se quedaron enganchadas. Nos conocíamos. Ella era Marisa, una de aquellas administrativas discretas que reían las bromas de la descarada Teresa. No sabíamos cómo actuar. Con una sonrisa nerviosa y frases entrecortadas nos saludamos dándonos dos besos en la mejilla. Nuestros cuerpos desnudos se tocaron. Las tetas de Marisa, con unos preciosos pezones puntiagudos morbosamente endurecidos se clavaron en mi torso. Mi polla, que a estas alturas estaba algo más que morcillona, tocó su barriga. Incluso los vellos púbicos de la mujer tocaron mi pierna. Nuestras parejas, que no se conocían, estaban un poco descolocados.
    
    Y es que la situación era muy difícil de explicar. La imagen de ver a una conocida (en mi caso), totalmente desnuda cuando a diario la veía con un aburrido uniforme corporativo que disimulaba a la perfección aquella hermosa feminidad, era muy morboso. Después de aquel torpe saludo cada uno seguimos en nuestra dirección. Ellos al agua, nosotros a nuestras toallas. Lo más difícil de explicar no fue de qué conocía a Marisa sino por qué lucía una tremenda erección. Mi pareja no dijo nada pero su cara cambió por completo. Enmudeció durante toda la tarde y camuflada tras unas gafas de sol pasó el resto del día tomado el sol. En mi caso, disimuladamente miraba a la pareja vecina donde Marisa le daba charla a su marido con constantes caricias, imagino que para evitar un interrogatorio.
    
    En septiembre, de vuelta al trabajo, volví a coincidir con Marisa en el departamento ...
    ... de administración de su empresa. Teresa siguió haciendo sus bromas y arrancando las risas de sus compañeras, incluida Marisa. Pero yo ya no veía a ésta como la mujer discreta de antes. La había visto desnuda y estaba muy buena. Era una tía que lejos de aquella oficina lucía orgullosa un muy buen cuerpo de cuarentañera. Nunca dijimos nada de lo sucedido en verano en la playa nudista. Supongo que aquello sería un secreto para los dos (y nuestras parejas).
    
    Durante los siguientes meses seguimos coincidiendo en la oficina. Cruzábamos miradas morbosas. Aquel encuentro fortuito en la playa nudista había cambiado mi concepto de Marisa. La había convertido en una de esas imágenes recurrentes para pajearme. Aquellas tetas preciosas y sobre todo ese coño peludo me había vuelto loco. Incluso algún polvo a mi mujer le eché pensando que era a Marisa a quién le clavaba la polla. Y así llegamos a diciembre.
    
    El pasado día 19, mi empresa de mensajería organizaba la cena de navidad. Este año, en vez de juntarnos los trabajadores de todas las delegaciones se hizo de manera independiente. En nuestra oficina éramos 6, así que no tuvimos problemas para encontrar un hueco en un restaurante donde ya tenían reservas para otras más multitudinarias. Casualidades de la vida, fuimos a parar al mismo donde la empresa de Marisa organizaba la suya. Ellos eran casi 50 personas. La cena discurrió con cierta normalidad, al menos en nuestra mesa porque lo que era en la administración la cosa era diferente. ...
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