1. Siempre creí que mi fidelidad era muy firme (1)


    Fecha: 16/03/2025, Categorías: Infidelidad Autor: miaumiaumiau, Fuente: CuentoRelatos

    Capítulo 1. Repasando mi indoblegable actitud de cónyuge fiel durante la última semana.
    
    Apenas Rogelio, mi amado esposo, salió para la oficina, salí del departamento, casi pisándole los talones. Yo tenía una cita en la confitería a media cuadra de su empleo. Fernando ¨el japones¨, su compañero, me había citado allí, y yo consideré que esa era mi oportunidad para aclararle sobre mi virtud de mujer fiel a mi marido. No tuve tiempo de arreglarme bien, pero mejor así; demasiado atildamiento podía darle ideas erróneas sobre las razones de mi asistencia a la cita. De modo que acudí con tan sólo mi faldita cortona y mi remerita dos números más chica, que me marca quizá demasiado la forma de los pechos y los pezones. La única concesión que hice al buen vestir fueron los tacos aguja. Claro que cuando camino con esos tacos altísimos, todas mis cosas se bambolean: los tetones y mi gran culo, provocan demasiadas miradas y comentarios masculinos en mi tránsito por la calle. Pero yo no me inquieto por ellos. Las mujeres fieles no hacemos caso de las miradas y comentarios lujuriosos, simplemente los ignoramos.
    
    Yo iba pensando en ¨el japones¨, y en como encararía la cosa con él. Fernando es un muchacho con muy poco roce, aunque quizá la expresión no sea muy exacta, ya que en nuestros encuentros anteriores me había rozado más de la cuenta, y por todos lados. Lo que yo quiero decir es que este japones no sabe como tratar a una mujer fiel y enamorada de su marido. La primera vez que nos ...
    ... quedamos solos, no vaciló en intentar abusar de mí. El es un hombre intensamente atractivo, pero yo consideré que era una prueba que me enviaba Dios, para probarme en mi fidelidad. ¡Y vaya si fue una prueba! Como Rogelio se había ido a un velorio, le pidió a su compañero que me hiciera compañía, así no pasaba toda la noche solita. Pero Fernando ¨el japones¨ trató de propasarse. Y cuando sacó de su pantalón su enorme pija erecta y me pidió que se la chupara, yo sentí que me estaba mojando. Pero le aclaré bien claro, que yo era una mujer fiel que no hacía esas cosas. Y Fernando me metió la punta de su verga en la boca. Y eso me confundió, ya que no era la respuesta que esperaba. También me confundió el fuerte olor a virilidad que salía de ese tremendo miembro nippon. Pero creo que las dos cosas que más me confundieron fueron el sabor de su glande, y el enorme tamaño de esa poronga, que era más larga que mi cara, mucho más que la de mi Rogelio, y también mucho más gruesa.
    
    Como Fernando me tenía la cabeza sujeta, no podía protestar, sino tan solo chupar y lamer. Y el japones no cesaba de decirme cosas soeces como que siempre había pensado que mi trompita era la de una puta mamavergas, y que bien se la mamaba, y cosas así. A mi se me había nublado la mirada, y cuando con su tranca en mi boca, levantaba la vista me encontraba con la sardónica sonrisa y esos ojos rasgados en la cara algo desenfocada de Fernando. Y yo quería sacar esa suculenta verga del interior de mi boca, para ...
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