Siempre creí que mi fidelidad era muy firme (1)
Fecha: 16/03/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: miaumiaumiau, Fuente: CuentoRelatos
... cantidad.
Debo reconocer que en el camino a casa, las emociones y sensaciones vividas volvían a mi mente una y otra vez. Y llegué a la conclusión de que no podía negar que Fernando me gustaba un poquitito, aunque eso no significara que yo fuera infiel a mi esposo. Eso jamás. Pero igual llevaba el sabor de su pija en mi boca, y el gusto de su semen, y recuerdos suyos en todos mis agujeros tan abusivamente abiertos, y el olor de su piel en mis fosas nasales. Así que estuve bastante nerviosa esperando a mi Rogelio, y tuve que tranquilizarme varias veces en el resto de la tarde. Cuando llegó mi esposo lo arrastré literalmente hasta la cama y le hice el amor con ganas y tanto entusiasmo que enseguida acabó. No sentí gran cosa, porque la polla de Rogelio entraba demasiado cómodamente en los agujeros dejados por el japones, y su acabada me pareció demasiado breve. Y ahí constaté que lo amaba, ya que definitivamente la lujuria había estado ausente. Y me dormí bastante más tranquila, aunque tuve que acariciarme varias veces. Rogelio, a mi lado, dormía como un angelito.
Y yo sentí, aliviada, que nuestro matrimonio estaba salvado.
A la mañana siguiente pude recibir la visita del viejo lujurioso del segundo piso que me lamió la conchita a su antojo, pero era ya tan cotidiano que ni me sentí ...
... vejada.
Tampoco me sentí vejada cuando el portero me arrastró hacia el sótano para cogerme por todos mis agujeros. Lo dejé hacerlo, sin quejarme, a lo sumo gimiendo y jadeando. Y cuando salí para mi encuentro con Rogelio en el cine, ni los muchos orgasmos tenidos aquella mañana, ni el recuerdo del viejo sátiro lamiéndome, ni el entusiasmo del portero, pudieron apartarme de mi sentimiento de esposa bien portada.
Lo que sí me descolocó un poco fue verlo llegar a Fernando a mi cita en el cine con Rogelio. Mi intimidad se humedeció un poco, pero lo atribuí a la sorpresa.
Bueno, no les voy a aburrir contándoles las cosas que pasaron en el cine. Salvo decirles que fueron cosas que escaparon a mi control. Por suerte Rogelio absorto con la película no advirtió los orgasmos que me produjo el japones con sus dedos, primero en mi culo y luego en mi concha, ni tampoco advirtió cuando sacó su falo al aire y me hizo pajeárselo y finalmente, bajándome la cabeza, me descargó toda la leche dentro de mi boca. Ni cuando me fui al baño, siguiendo los pasos de Fernando, mi esposo perdió la concentración en la película.
Y yo tenía bien claro que nada en mi conducta podía calificarse de infidelidad, ya que hasta los orgasmos se me producían sin buscarlos. Aunque debo reconocer que sentí cierto placer, pero bueno, una no es de fierro.