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El nuevo curso (IV)
Fecha: 17/03/2025, Categorías: Gays Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
Damián se recostó en el marco de la puerta. Con una leve sonrisa contempló como Enrique descendía las escaleras. Por su cara podía notar que estaba en una nube de felicidad, la misma en la que se encontraba él. Cerrando la puerta con suavidad para que no diese un portazo se encaminó después al sofá. Antes de sentarse cambió súbitamente de idea y recogió su teléfono del dormitorio. No tenía ningún mensaje, ni siquiera de Carlo, por lo que dedujo que las cosas con Thalía habían ido bien. Con una sonrisa mucho más ancha tocó sobre el contacto de Enrique, añadiendo un emoji de corazón detrás del nombre. Sin perder la sonrisa se dejó caer en el sofá y alargó la mano para coger uno de los libros de clase que tenía esparcidos por la mesita de café. Retirando el marcapáginas con forma de fémur que usaba para señalar el tema en el que se había quedado empezó a leer la materia. Las letras desfilaron por delante de sus ojos, sin llegar realmente a penetrar en su cerebro. Su mente pronto empezó a divagar y dejando el libro abierto apoyado en su pecho volvió a coger el móvil, clavando la vista en el pequeño corazón rojo que adornaba el nombre de su ahora pareja. Las dudas se infiltraron en su cabeza como zarcillos envenenados. ¿Sería demasiado pronto para ponerle un corazón al nombre? ¿Se estaría dejando llevar? Toda la seguridad en sí mismo que derrochaba en cuanto salía de casa y que formaba parte de su carisma inconsciente desaparecía en cuanto pensaba en el joven. Enrique ...
... había dicho que le había gustado desde el primer día, pero Damián no podía evitar mostrarse escéptico. Levantándose del sofá fue al dormitorio, donde empezó a recoger el cuarto. Limpiar era en él un hábito tan arraigado que ya lo hacía casi por inercia. El trabajo era extenuante, pero le permitía despejar su cabeza y pensar en aquello que le preocupase, en este caso, Enrique. Retirando las mantas y el nórdico hizo una bola con las sábanas y las llevó hasta el cesto de la ropa sucia. La colada se estaba acumulando y anotó en un espacio de su mente el poner después la lavadora. Sacando un juego de sábanas del cajón de su armario cogió la bajera y se dispuso a ajustarla al colchón cuando el arranque de energía se detuvo, tan de repente como había empezado. Con gesto cansado se dejó caer sobre el colchón, mirando la tela que tenía entre las manos. Le había dicho que llevaba ocho meses sin acostarse con nadie. Quizá debería decir que llevaba ocho meses sin acostarse con su ex, pero los hábitos que le había inculcado no se iban. Permanecían con él como incómodos recordatorios que aún definían y condicionaban su forma de actuar. Con la mirada perdida hizo una bola con la sábana y se la acercó al pecho, acurrucándose en el colchón desnudo en posición fetal. Tenía claro que había tomado la decisión correcta al dejarle, pero la sensación de amargura persistía. Suspiró y apretándose las rodillas contra el pecho se envolvió en la sábana, creando un capullo de algodón de color azul oscuro ...