El nuevo curso (IV)
Fecha: 17/03/2025,
Categorías:
Gays
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... helados y los fuegos artificiales eran la mejor parte de los meses estivales. La adolescencia se encargó de terminar con todo eso.
Podía evocar sin esfuerzo el momento en que todo cambió. Como cada año en verano, sus padres estaban atareadísimos con sus trabajos. Considerándole demasiado joven con sus quince años como para pasar los tres meses de vacaciones en solitario, le mandaron de nuevo con su abuela, que le recibió con los brazos abiertos. Su abuela no había cambiado nada, ni su pulcra casa de dos plantas cuyo jardín delantero rebosaba de flores. Los altos árboles de lilas llenaban el inmenso jardín trasero y aportaban sombra al cenador construido por su abuelo. Nada más verle, su abuela le abrazó con fuerza, achuchándole y llenándole de besos. Damián siempre se lo consentía, no podía negarla nada.
–¡Mi niño! ¡Pero cuánto has crecido! Estás cada día más alto, ya me has dejado atrás. ¿Has tenido buen viaje? Espero que vengas con hambre, te he preparado arroz con pollo y sandía fresca de postre, y Mateo ya me ha dicho que podemos usar su piscina como cada año.
Su abuela siempre hacía lo mismo: hablar a toda velocidad y de manera imparable. Pequeñita y ligeramente rechoncha, a Damián se la antojaba semejante a las hadas madrinas de los cuentos. Desde luego, así había sido siempre para él. Con su abuela nunca había sido posible negociar, lo que ella decía se cumplía. Sin protestar por el trato recibido se había dejado arrastrar al interior de la casa, donde ya le ...
... esperaba la mesa puesta. Tras lavarse las manos en el fregadero de la cocina se sentó a comer mientras su abuela seguía revoloteando a su alrededor, incansable, parlanchina y vivaz. Estaba poniéndole al día de las novedades del pueblo cuando un rítmico golpeteo de nudillos en la puerta principal interrumpió su cháchara.
Incluso ahora Damián veía con toda claridad la imagen de Mateo irrumpiendo en la cocina, dando dos besos a su abuela y mirando a través de él como si fuese igual de transparente que el cristal. Aunque en ese momento no había reparado en él, la feroz sacudida en el estómago que sintió bastó para quitarle el apetito durante el resto del día. Con las grandes manos apoyadas en los menudos hombros de su abuela, y dominándola con su estatura de un metro ochenta como mínimo, la impresión fue tan intensa que no pudo por menos que dejar caer el tenedor en el plato con un golpe tremendamente sonoro en medio de la cocina. Aunque involuntario, consiguió captar su atención.
En el tiempo transcurrido desde la última vez que le había visto apenas había cambiado. Su cabello rubio oscuro estaba algo más largo y goteaba sobre sus hombros desnudos. Su piel empezaba a broncearse por efecto del sol veraniego y sus ojos marrones presentaban unas ligeras arrugas en las comisuras que no desmerecían para nada su aspecto general. Vestido únicamente con un bañador bastante holgado podía apreciar a la perfección que seguía conservando su físico de nadador, de músculos tonificados y ...