1. La Farmacéutica y Chema


    Fecha: 18/03/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hace ya unos 15 días, recibí un mail de uno de los lectores de ésta web de relatos. Me comentaba que había leído uno de mis relatos, y que le gustaría que escribiera algo sobre su mujer, que era farmacéutica…. En ese momento, mis ideas no iban en esa línea, así que le pedí más información sobre ella para encontrar la inspiración necesaria y a partir de ello, dejar volar mi imaginación.
    
    Él era Chema, de 47 años, y su mujer Sonia, de 49 años. El nombre de ella es inventado, pues no me lo dio.
    
    Según sus palabras, Sonia era una mujer de 49 años, bajita (1,67m), unos buenos pechos (105) y un culo redondo y respingón, muy bien puesto para su edad. Se trataba de una chica extrovertida, a quien le gustaban los hombres maduros, que la miraran, que la cortejaran y que se sintieran descaradamente atraídos por ella. Sonia era una mujer que cuando se sabía atractiva a los ojos de un hombre, se derretía y se ponía nerviosa.
    
    Una de las fantasías de Chema, como la de muchos hombres y por qué no decirlo, también de muchas mujeres, era ver como su mujer era complacida por otro hombre. Chema quería un relato sobre esta fantasía, pero después de hablar con él, mi idea definitiva fue por otro lado.
    
    Espero que cuando Chema lea lo siguiente, sea de su agrado, y deseo que algún día, lo deje leer a Sonia y sea ella quien me haga los comentarios sobre lo que va a leer a continuación.
    
    En primer lugar me voy a presentar, soy José, un hombre de 55 años, que trabaja de directivo en una ...
    ... gran empresa española con sedes a distintas ciudades y pueblos. Me describiría como un hombre normal, 1,80m de altura, cuerpo atlético, fuerte, pelo canoso, barba de 2 o 3 días, siempre bien arreglada y por temas de trabajo, acostumbro a vestir en traje y corbata.
    
    Debido a los múltiples viajes de trabajo, este fin de semana me toca quedarme a dormir fuera de casa. El viernes noche, después de una de esas videoconferencias de cierre que no acaban nunca, me vino un flash, y recordé que el pueblo en el que estaba era el de Chema. Me pasó por la cabeza contactar con él, pero la semana había sido muy dura así que preferí descansar y mañana, con la mente fría ya decidiría qué hacer o no hacer.
    
    El sábado, me desperté con la habitual migraña de las semanas intensas de trabajo. Desayuné en el hotel y fui a dar una vuelta por el pueblo para ver si el aire fresco devolvía a mi mente el estado habitual. Cómo no estaba previsto pasar el fin de semana fuera, me puse uno de los trajes de la semana, sin la corbata, claro, y empecé a andar por un gran parque de la ciudad.
    
    La temperatura era agradable, ideal para pasear sin pasar calor ni frio, así que hice una buena ruta por toda la ciudad. Ya al mediodía, llegando al hotel, mi migraña seguía, así que decidí parar a comprarme algo a la primera farmacia que encontré.
    
    Me atendió una mujer bajita, con curvas, muy extrovertida y habladora.
    
    Estuvimos un rato hablando porque le sorprendió ver a alguien tan arreglado un sábado por el ...
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