1. Costa del Sol


    Fecha: 04/08/2017, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... pusimos nuestros bikinis bajo la ropa; agarramos nuestras toallas bien dobladas y salimos a la calle. Hacen bien llamando a esta tierra la Costa del Sol, porque aquí es el verdadero protagonista. Su luz sin igual, su envolvente calor, que parece acariciar la piel, invita a vivir, a disfrutar..., al placer.
    
    Recorrimos un trozo de calle de la urbanización. Salimos a un paseo peatonal en perpendicular y vimos el mar reluciente bajo el sol; su color turquesa y celeste nos atraía tanto...
    
    Llegamos a la arena y desplegamos nuestras toallas, y sobre ellas nos tumbamos. Pronto, tuvimos calor y decidimos darnos un baño salado; así pues nos levantamos. Dentro del agua se estaba a gusto: el frescor se apoderó de nosotras. Nos zambullimos y nadamos. Nos dimos cuenta que unos hombres muy morenos, más bien maduros, nos estaban mirando con detenimiento desde la orilla. "¿Has visto a esos, Alexandra?"; mi amiga asintió mientras, a su vez, los miraba. Uno de ellos se metió en el agua y nadó hacia nosotras. "Hola, niñas", dijo, con la respiración agitada por el esfuerzo, "no os alejéis tanto, después hay que volver", esto lo dijo con una sincera sonrisa, "¿de dónde sois?", continuó; "¿Cómo sabes que no somos de aquí?", pregunté. Su risa fue tan sonora que creo que fue oída desde el paseo marítimo.
    
    "Sofía, me voy a las toallas, me ha dado frío", dijo Alexandra, y se alejó; "Tu amiga es muy blanca, tú, en cambio...", dijo el hombre, "por cierto, me llamo Paco", se presentó; ...
    ... "Sofía";"¡Como la reina!", rio. Nadamos en paralelo a la costa.
    
    "Oye", dijo, "sé de una calita solitaria... en la que tú... y yo... podemos". Cesé de bracear; él, también: nos miramos: lo evalué, a ver: "Más de cuarenta años, fuerte, moreno, ojos verdes, rostro curtido, pelo ondulado, no está mal". "Y, ¿por qué no aquí mismo?", solté, y me quité el sostén del bikini. Al ver mis tetas, Paco se pegó a mi cuerpo y me abrazó fuerte. No hacíamos pie, así que él deshizo su abrazo y me hizo ponerme flotando de espaldas sobre la superficie, con mis muslos apretando su cintura y mi pubis expuesto entre dos aguas. Paco se sacó su polla erecta del bañador y, apartando la tira del mío, que ocultaba mi coño, me la metió. ¡Oh, me gustó!. Mantuve mis ojos cerrados mientras duró, cinco, diez minutos, no sé, fueron maravillosos. Yo flotaba como una boya sometida al oleaje sobre el mar; las manos ásperas de Paco, posadas en mis caderas, me procuraban un bienestar..., como estar protegida por un dios de los mares. "Dale, Paco, dale", fui diciendo lánguidamente a media voz, "más, más, más", hasta que sentí el chorro de su semen, hasta que oí su orgasmo.
    
    Salimos a la orilla, Paco y yo. Él me propuso quedar por la noche: "Los sábados por la noche en la Costa del Sol se pasa de miedo". Yo rehusé su amable invitación y regresé a las toallas en busca de Alexandra, pero ¡no estaba!, ¿dónde se habría metido? Eché un vistazo en derredor hasta que vi algo sospechoso. Encima de unas rocas que lindaban con la ...
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