1. Cierra la puerta


    Fecha: 02/04/2025, Categorías: Gays Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    Todo empezó en un bar abarrotado donde me tomaba un café en el descanso del trabajo.
    
    Por fortuna, había conseguido una mesa y, sentado en ella, repasaba en mi tablet las noticias de la mañana.
    
    Una voz masculina, profunda y con el típico deje de los barrios de la periferia, me interrumpió.
    
    “¿Puedo sentarme? ¿Le importa?”
    
    Alcé la vista. Un hombre de facciones rudas, cabellos grises y una pincelada agitanada en los ojos, esperaba mi respuesta.
    
    Vestía un mono de faena sobre una camiseta caqui de manga corta.
    
    Mi atención, sin embargo, fue para sus labios carnosos. Pensé que me gustaría ser besado por ellos.
    
    ¿Lo había visto ya en alguna otra ocasión? ¿O me estaban confundiendo mis continuas fantasías con hombres similares? Porque seguramente había imaginado ni sé las veces, que me comía la polla de alguno como él, de su pinta, de su físico... con sus labios.
    
    “Sí, por favor, siéntese”
    
    Saludó a alguien. Ese alguien le llamó Santos y con él intercambió un par de chanzas típicas de trabajadores.
    
    “¿Qué es eso?” me preguntó señalando la tablet cuando el otro se fue. Satisfice su curiosidad.
    
    Y mientras, me miraba. Los ojos agitanados atentos. Pero no a mis palabras. Me leía por dentro. Lo sé. Quería enterarse de mi deseo.
    
    Y yo le dejé entrar. Permití que lo conociera. No le oculté que soy capaz de besar a un hombre con unos labios como los suyos, que puedo chupar sus axilas velludas en busca del sabor de su sudor, que si comenzase a degustar su ...
    ... cuerpo terminaría por conocer todos los rincones, todos.
    
    Me callé de mis electrónicas explicaciones. Cogió la tablet.
    
    “Mi sobrino me regaló una. Pero no... no sé manejarme. Yo, de tierras y plantas, lo que quiera. Pero estos chismes electrónicos... no son pa mí”
    
    Me la devolvió. Y esperó. Juntó sus manos de trabajador de pico y pala frente a la taza del café que no tenía prisa por beber.
    
    ¿Me acariciarían esas manos? ¿Serían feroces en el trato con otra piel o se conducirían suavemente?
    
    Por mi mente cruzó la imagen de unas manos similares sofocando mis gritos desesperados por una sodomización dura y lasciva.
    
    En mi entrepierna noté el principio de una erección.
    
    “No es complicado... manejarla” -balbuceé.
    
    “Pero te tienen que enseñar, digo yo”
    
    Una palabra saltó al momento repetitiva e imprudente dentro de mi cabeza: ofrécete.
    
    Ofrécete, ofrécete, ofrécete...
    
    “Puedo enseñarle”
    
    Me miró.
    
    “No quiero molestar -dijo- Usted viene aquí a descansar un rato del trabajo, como yo. No, no quiero molestarle”
    
    Miró por un segundo hacia otro lado y después añadió: “Si fuera en otro momento...”
    
    Me lancé al vacío. Sin red. Ningún seguro. Tan solo la niebla de mi deseo.
    
    “¿Cuándo le viene bien?”
    
    Nuestros ojos se encontraron otra vez. Y me leyó aún más a fondo.
    
    “Esta tarde. Hacia las ocho o así. En mi casa. ¿Tendrá paciencia conmigo? No soy muy listo pa estas cosas”
    
    Era viernes. Yo había quedado para salir con unos amigos. Maquiné la excusa que les ...
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