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Cierra la puerta
Fecha: 02/04/2025, Categorías: Gays Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos
... pondría. Esa tarde tomé el suburbano hasta la estación de Infantería, una barriada del extrarradio donde en mi vida había puesto los pies. Tras preguntar a varias personas, llegué a una casa baja y apartada. Atardecía. La temperatura era agradable esa tarde del recién estrenado verano. Una puerta de un color marrón sucio parecía la entrada principal. Busqué un timbre que no encontré. Golpeé con los nudillos. Repetí la acción mientras me fijaba en el entorno de espacios a caballo entre la ciudad y los descampados en los que el hambre de las constructoras no había clavado el diente todavía. Se abrió la puerta y Santos se presentó con unos viejos pantalones cortos de algodón, una camiseta roja bastante desgastada y chancletas. Poseía unos pies amplios de dedos recios y separados; y unos tobillos anchos y firmes. Pero lo que más me llamó la atención fueron sus gemelos, de una notoria musculatura. Me miró somnoliento. “Me he quedao amodorrao. Disculpe. ¿Ha dao bien con la casa?” “He tenido que preguntar unas cuantas veces” Me invitó a pasar. La casa parecía de otros tiempos. Los papeles pintados, los objetos, los muebles... me recordaban los años sesenta cuando yo aún era un niño. Tuve la curiosidad de preguntar. “Era de mi tía. Falleció y la heredamos mi hermano y yo. No la hemos vendido porque él quiere que esperemos por si damos un pelotazo inmobiliario. Yo no lo creo pero... ¡a qué discutir! A mí me gustaría quedármela” concluyó con lo que ...
... me pareció una cierta añoranza. Seguí a Santos hasta un saloncito pequeño con una librería del gusto de aquella época, un sofá de skai y una lámpara de un horripilante estilo pseudopop. El televisor era lo único del presente. Conectado a un canal de deportes, se veían las imágenes de un partido de rugby europeo. “Me he venido a vivir pa que no ocupen la casa” En la pantalla los jugadores se placaban, sin piedad, sus cuerpos cuadrados y vigorosos. Santos no hubiera desentonado entre ellos. “¿Le gusta el deporte este? -habló señalando el televisor- Mi sobrino juega y yo veo algún partido pa enterarme de qué va y sacarle conversación” “No soy aficionado -contesté- ¿Es el mismo sobrino que le regaló la tablet?” “El mismo” Me sugirió tomar una cerveza y acepté. También me preguntó mi nombre, Ginés, y desde entonces pasamos a tutearnos. Sacó la tablet. La encendimos ya sentados en el sofá de skai. Le fui dando indicaciones y él navegaba. Se tuvo que poner gafas de ver de cerca. “Mi sobrino metió en este chisme unas fotos y ahora no sé dónde están” Le guie hasta los archivos de usuario. Allí estaban las fotos. Eran del joven jugando al rugby. Un buen mozo. Se le parecía. “Tiene tus labios y tus ojos. No será hijo tuyo” -bromeé. Esculpió una medio sonrisa en sus sensuales labios. “Pues ya sabes cómo manejarte con la tablet” Dejó el aparato sobre una mesa baja de encimera de mármol y se quitó las gafas. Se recostó sobre el respaldo y estiró un ...