1. Cierra la puerta


    Fecha: 02/04/2025, Categorías: Gays Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    ... brazo en mi dirección.
    
    Al observar su mano tan de cerca, no pude evitar que la imagen de mi boca tapada por ella en medio de una sodomización sin concesiones, se adueñase de mi imaginación otra vez. Me turbé.
    
    “Lo mío es la tierra -dijo- Si me pudiese quedar con la casa, aprovecharía la parte de atrás, que tiene un patio, y cultivaría un huerto. ¿Te lo enseño?”
    
    Accedí.
    
    El patio era pequeño y con un armario de obra que calificó de trastero. Me dio explicaciones. Las escuché aparentando interés.
    
    Pero mi único interés era él. Y a cada momento se acrecentaba ese interés al sentir su buen talante además de sus apreciables encantos masculinos de hombre maduro.
    
    Después tuvo empeño en guiarme por la casa. Y no le contradije. Pero al pasar por una puerta, la ignoró.
    
    “¿Y esta puerta?” -pregunté.
    
    “En esa habitación no hay luz. Se estropeó y no la he arreglao”
    
    Intentó seguir hacia otra estancia de la casa pero insistí: “¿Por qué no la has arreglado?”
    
    Me miró de una forma que no sabría explicar, como si con mi curiosidad me estuviera metiendo en un asunto quizás espinoso.
    
    “Hay un camastro viejo -dijo con voz pausada, incluso pesada- Mi hermano y yo dormíamos en él cuando visitábamos a mi tía”
    
    Se quedó mirando la puerta y su respiración se aceleró. ¿Qué ocurría?
    
    “¿Quieres entrar?”
    
    “No, por favor. No era más que... La verdad, no sé ni por qué he preguntado”
    
    Santos agarró la manilla de la puerta con decisión y abrió.
    
    Una bocanada de aire de ...
    ... olor rancio me golpeó.
    
    “Muchos días me meto en ella y me acuesto en el camastro. Pasa” concluyó invitándome a entrar.
    
    De repente, el temor me atenazó. Nadie sabía que yo estaba allí. Y yo no sabía nada de ese hombre, nada.
    
    Le miré a los ojos. Creo que captó mis dudas. Pero no procuró tranquilizarme. Todo lo dejaba a mi voluntad.
    
    Temerario, di un paso hacia el interior... y otro... y otro...
    
    Él me siguió. Se situó justo a mis espaldas.
    
    “¿No tiene ventana?” pregunté vigilando sus movimientos.
    
    “Tenía una. Pero la condenaron para construir el trastero del patio”
    
    “¿Nunca la ventilas?”
    
    “Me gusta como huele. Me recuerda a cuando sólo era un chavalote salido”
    
    Lo imaginé masturbándose frenéticamente hasta correrse con una abundancia inverosímil.
    
    “¿Eras un chavalote salido?”
    
    “Pues sí, mucho. ¿Quieres que te lo cuente?”
    
    Santos se sentó en el borde de lo que parecía un camastro y rechinaron los muelles del jergón.
    
    “Si quieres que te lo cuente... cierra la puerta”
    
    Se hizo un silencio.
    
    Escuché los latidos de mi corazón agitado por la incierta situación. ¿No me estaba metiendo en la boca del lobo?
    
    Traté de adivinar intenciones en las facciones de Santos pero, difuso en la penumbra, su rostro no me reveló nada.
    
    Apostando a mi deseo en detrimento de mi sentido común, retrocedí unos pasos y empujé despacio la puerta hasta que el resbalón encajó.
    
    La oscuridad se adueñó de la estancia y el olor a rancio se intensificó.
    
    “Acércate”
    
    A ...
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