1. Cierra la puerta


    Fecha: 02/04/2025, Categorías: Gays Autor: superrapado, Fuente: CuentoRelatos

    ... durante la dura penetración y me habían llenado la boca con mi esperma. Manos de piel curtida, dedos gruesos y uñas oscuras de tantos años de trabajo en la tierra.
    
    “¿Te agrada?” pregunté.
    
    “¿Ves que me queje? Tú sigue. Si no me gusta lo sabrás”
    
    Me agaché para enjabonarle las piernas... los gemelos macizos que tanto me habían impresionado, los pies anchos, los muslos de un grosor tal que de uno salían los dos míos.
    
    Subí al sexo con el que tanto había disfrutado en la oscuridad, y lo limpié con todo cuidado; lo mismo que los cojones, colgones y pesados, a los que colmé de besos pese al jabón.
    
    Después llegué a sus nalgas y entré con la pastilla por la separación.
    
    “Agáchate -le dije situándome a su espalda- Quiero lavarte bien”
    
    Volvió levemente el rostro hacia mí con intención de decirme algo. Pero no pronunció palabra.
    
    Apoyó las manos contra los feos azulejos, inclinó el tronco y echó la cadera hacia atrás.
    
    Al abrirme las nalgas vi un hermoso ojete rodeado de rizos peludos.
    
    La vista de esa oquedad donde yo había metido los dedos, su contorno estriado y oscuro, su perfil interno encarnado, la caída vertiginosa como entrada de volcán hacia las entrañas de la tierra... me llenó de una emoción oscura.
    
    Pasé mi mano en una lenta caricia.
    
    La repetí. El ojete se encogió por un momento, como si tuviese miedo de mi contacto. Insistí en las caricias hasta que lo vi relajado y conforme con mis devotas atenciones. Lubricados los dedos por el jabón, me ...
    ... atreví nuevamente a escudriñar su intimidad. Pausado, sin prisas. Para mí era un momento exquisito, casi mágico.
    
    Mi cauta entrada se convirtió al poco en un decidido afán de exploración hasta que di con el abultamiento de la próstata, reconocible por un tacto en cierto modo rugoso. Froté con suavidad e incluso presioné con intervalos regulares.
    
    Santos lanzó un hondo suspiro. Mis manejos en sus entrañas le complacían.
    
    Y me di cuenta que volvía a tener el pijo empalmado.
    
    Se lo tomé con la mano enjabonada y lo masturbé despacio. “Joder -dijo con voz llena de placer- nunca me han hecho nada así” Mi polla también andaba armada otra vez. Sin cesar de pajearle, saqué los dedos del ojete y apreté mi excitación sobre él.
    
    Me movían unas enormes ganas de experimentar el calor de su cuerpo y hacerle disfrutar. Si fuera posible, tanto como él me había hecho disfrutar a mí.
    
    El agua tibia caía sobre ambos y nos rodeaba una nube de vaho.
    
    Moví las caderas y mi glande rozó con suavidad el hueco que conducía a sus entrañas. Me ayudé con la mano para situarlo perpendicular a él y... me dejé caer.
    
    Mi polla atravesó el esfínter con suavidad, sin impedimento ninguno; en un segundo le había ensartado todo el sexo y Santos soltó una especie de sonoro soplido.
    
    Al momento, un calor plácido y acariciador me llegó desde la punta de la polla. Y no pude evitar entregarme a un metesaca ávido de sensaciones tan gozosas como adictivas.
    
    Santos se dejaba hacer y yo le quería dar todo lo ...