1. Nuestro cumpleaños BDSM (tercera y última parte)


    Fecha: 02/04/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos

    ... dentro y trae tu collar, bonita. Vuelve al jardín desnuda y caminando a cuatro patas. No conozco muchas perras que lleven vaqueros y caminen erguidos como lo estás haciendo esta mañana”.
    
    Con un hilo de voz grave que apenas me salía del cuerpo, contesté un breve “Sí, Ama”, y me metí en la casa para buscar el collar y la correa. Al buscarlo, me percaté de que habías recogido el salón, y también que habías dejado varios juguetes al lado de la maleta del terror. No pude hacer otra cosa que sonreír mientras me quitaba la ropa. Estaba feliz, y estaba excitado, y una potente erección asomaba debajo de los bóxer.
    
    Entré en el jardín con el collar en la boca, desnudo y caminando a cuatro patas. Me acerqué a tu lado y acariciándome el pelo, me dijiste:
    
    - “Buena perra. Bien hecho”.
    
    Me colocaste el collar y te descalzaste. No hizo falta nada más para que agachara mi cabeza y comenzara a lamer tus pies. Con mucha calma y con mucho amor los recorrí con mi lengua. Dedo a dedo, los envolvía con ella mientras mi ansiedad y excitación iban en aumento. Poco a poco fui notando como te ibas excitando. Tu respiración agitada es el mejor termómetro para medir tu grado de excitación. Además, empujabas tus pies dentro de mi boca con ansia, y a mí (que me gustan los retos, y lo sabes) eso me parecía un reto para meterme el pie entero hasta la campanilla, aunque eso me provocara sonoras arcadas.
    
    En un momento dado, me diste un tortazo y me dijiste “Te quiero”, a lo que yo contesté que yo ...
    ... también a ti. Pero en vez de sonreír, cambiaste el rictus y dijiste:
    
    “Mira tú. Una perra que habla. Qué curioso. Vamos a ver si también entiendes lo que te digo. Vete al salón y saca tu bol de perra, las cuerdas, la mordaza, las pinzas, el film y el strap grande. Y como buena perra que eres, no se te ocurra volver a emitir un sonido que no sea propio de dicho animal, o te arrepentirás”.
    
    Mirando al suelo ladré una vez. Ambos tenemos definidos los códigos de mis ladridos. Cuando ladro una vez, estoy afirmando. Cuando lo hago dos veces, estoy negando… cuando gruño es porque estoy enfadado y cuando respiro agitadamente como lo hace un chucho, es que estoy ansioso.
    
    Así que después de ladrar, entré al salón y de uno en uno, fui metiendo todo lo que me ordenaste, transportándolo con la boca, claro… ya que los perros no tienen la capacidad de coger cosas con sus patas. Al verlo, te reíste y me dijiste:
    
    “Buena perrita. Me has complacido. Acércame el bol con tu hocico, que te has ganado un premio”.
    
    Lo hice, empujando el bol con la nariz y la boca, y al dejarlo cerca de tus pies, te quitaste los pantalones, te agachaste sobre el bol y measte dentro. Después me agarraste la cabeza y me la acercaste hasta rozar el pis con la nariz. Escupiste dos o tres veces y me dijiste:
    
    “Aquí tienes tu premio, preciosa. No irás a rechazarlo, ¿verdad?”.
    
    Ladré una vez y comencé a beber como lo hacen los perros, dándole lametazos al pis que llenaba mi bol, mientras te escuchaba reír y ...
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