Soy una milf de 50 y soy esclava de un joven de 20
Fecha: 22/04/2025,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Ishtar Flores, Fuente: CuentoRelatos
... altura perfecta, para darme unos ricos y deliciosos sentones, pero esta vez en mi ano, mientras Eduardo estimulaba mi clítoris y los senos con las manos ¡Aaaa… Eduardo, mi amor que rica verga! Mientras él me decía, gracias diosa, por esta cogida maravillosa, es mejor de lo que había soñado cuando me masturbaba pensando en ti y en tus hijas. -Cuando el desgraciado dijo esto, lo cabalgue con más fuerza, pero yo también sufría y gozaba era un frenesí diabólico. Así como la legendaria, Andrómaca, mujer de Héctor, el gran héroe de Troya, disfrutaba cabalgando encima de su esposo. Yo disfrutaba cabalgando a mi semental.
Era una leona en celo insaciable que pedía más verga y placer, para mi fortuna Eduardo, tenía todo lo que pedía gran miembro y excelente condición física, me acostó y coloco una almohada detrás de mi cabeza y él se puso hincado y me metió ese gran pene en mi boca, me ahogaba con esa enorme libélula, Eduardo tenía el mando y yo pasaba de ser una leona a ser su esclava fueron varios minutos, pero intensos, sentía ahogarme. Posteriormente se colocó en una silla, y me pidió que lo montara, inmediatamente camine hacia él, le di la espalda y me senté en ese miembro, el arqueo la espalda y presionando mis nalgas contra su ingle, hacia que salieran gemidos de mi boca, mientras me mordía y chupaba mi espalda, continuamos un tiempo así, yo me sentía la conductora de esa silla caliente.
-¡Ponte de a perrito!, me dijo, y sin pensarlo dos veces, yo me acomodé, levantando ...
... mis caderas, invitándolo a que me montara, cosa que realizó de inmediato: me tomó de las caderas, y me acomodó su pene en mi culo. Lo empujó y… ¡me la metió muy al fondo, en el primer empujón! ¡Eduardo… qué verga…! Me la metía muy al fondo, hasta lo más profundo de mi intimidad, haciéndome gritar y gemir, suplicar: Eduardo síguele muchacho, no pares… síguele así… ¡por favor…! Su pene en mi ano, parecía adherirse a mi como si fuera un cajón que esta atorado en el ropero y no quiere salir, mientras me castigaba con sus manos, soy tu perra, tú eres mi amo, y yo me someto a ti, aaahh, gemía como la puta que soy. Continuó penetrando mi ano. Lo sacaba y lo metía, una y otra vez, yo me retorcía, estaba excitada y quería estarlo más así que me llevé una mano a mi vagina, él también llevó su mano y metió su mano y estimulaba mi clítoris. Yo gemía de placer, mientras él jugaba con mis dos agujeros.
Posteriormente, me mordí los labios evitando gritar, llorar. Quiso levantarme y me afianzo con fuerza, abrí mis ojos y sin decir palabra le hice señas inclinando mi cabeza de que me dolía que me estaba lastimando –dame unos segundos le dije. Eduardo, me dio unos segundos me deje caer sobre el colchón respirando con dificultad, me coloque apoyada sobre la cama boca abajo con los pies en el piso completamente doblada en cuatro patas con los senos y mi cara boca abajo, él se acercó separando mis nalgas y le dije -hazlo mi amor, no importa que me lastimes solo hazlo. Eduardo, comenzó a meterme ...