Navidades Calientes 1
Fecha: 25/04/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: tinieblas, Fuente: RelatosEróticos
Capitulo 1
La nieve empezaba a obstruir las ventanas. Hacía rato que las puertas se habían quedado atascadas. Mi marido, Tommy, no dejaba de echarle leña a la chimenea, aumentando su llama, aumentando el calor. Toda la familia estaba reunida. Mis padres, los suyos, mi hermana, su hermano, las parejas de ellos con sus respectivos hijos, e, incluso, los vecinos de al lado, ya que no pudieron irse con su familia debido al clima. Es lo que pasa cuando tienes vacaciones el mismo día de Nochebuena y no los anteriores, que tienes que hacerlo todo ese día y en caso de que el clima sea despiadado has de resignarte y no poder viajar.
Por fortuna, nuestros sueldos daban para comprarse una casa lo suficientemente grande como para caber todos en nuestro salón. La cocina conectaba directamente con aquél, y ahí es donde estaba la mujer del hermano de Tommy, de nombre Jack, mis abuelos y el marido de mi hermana. Recogían los desechos de la cena, metiéndolos al lavavajillas o fregándolos a mano.
Yo, mientras tanto, me relajaba en el salón sentada en el sofá mirando el culo terso de mi marido al agacharse y a los niños jugueteando de aquí para allá, teniéndoles que llamar la atención cuando se acercaban demasiado al árbol donde a medianoche tendrían sus regalos.
A Jack, de pronto, se le escapó un eructo. No había dejado de beber. En su mano sostenía una copa de whisky. Sobre nosotros, rodeando el salón, luces navideñas se apagaban y se encendían. La nieve aumentaba su grosor ...
... a pasos gigantescos. Pareciera como si el espíritu de Krampus, aquél opuesto a San Nicolás, nos acechase. Sentí varios escalofríos sólo al pensarlo. Miré enfrente de mí y vi a mi cuñado, Jack, dándole un sorbo a aquel licor para luego mirarme y sonreírme.
—¿Qué tal estás, cuñada? —me preguntó. Tenía barba desaliñada. Vestía una camisa blanca y una corbata desabrochada, así como unos pantalones de traje negros con sus respectivos zapatos. Su nariz afilada, sus ojos verdes pequeños, sus cejas grandes y expresivas. Su mandíbula ovalada. Se parecía mucho a Tommy, con la diferencia de que mi marido era castaño con ojos azules y la tez muy blanca, así como una cara más redonda.
—Bien. Con sueño.
—No has parado en todo el día, es normal.
Miré a mis dos hijos jugueteando con sus primos y sus amigos vecinos. Eran nueve niños correteando por el salón sin la preocupación de tropezar y hacerse daño o de destruir algún objeto.
Supe que apenas podría dormir aquel día. Que tan pronto fueran las cinco o seis de la mañana, los niños se levantarían emocionados a mirar los regalos que aquel mágico ser les había traído. Suspiré y devolví mi mirada a Jack, que parecía no quitármela de encima. Se la correspondí por cortesía cuando en verdad estaba deseando irme de allí de lo incómoda que me hacía sentir.
Miré a Tommy, que se sentó a mi lado y me rodeó con su brazo, diciéndome:
—Sandra, cariño, ¿no crees que se lo pasan en grande?
—Ojalá me lo hubiera pasado yo así de ...