1. Navidades Calientes 1


    Fecha: 25/04/2025, Categorías: Infidelidad Autor: tinieblas, Fuente: RelatosEróticos

    ... satisfactoria. En los últimos cinco años lo habíamos hecho cuatro veces, cuando al conocernos esas cuatro veces las hacíamos a diario.
    
    Pero tampoco era toda su culpa. Yo tampoco estaba muy por la labor. Y cuando yo estaba cachonda, él no, y viceversa. Pensé que igual tenía un amante, pero no tenía tiempo para ello.
    
    Empezó ir a menos cuando tuvimos que pagar las facturas. Cuando tuvimos a nuestros hijos. Cuando...
    
    Progresivamente. ¿Para qué poner excusas? Nuestra relación se fue deteriorando, eso es todo.
    
    Y yo ahora estaba cansada, pero cachonda como una perra. No me había tocado en la última semana y mi vagina necesitaba su polla. Pero él estaba cansado. Tampoco había parado quieto. Y, para colmo, en cuanto se preocupaba por algo no había quien se lo quitase de la cabeza. Ahora eran los regalos.
    
    Todos los días trabajando. Tenemos un día libre, el veinticuatro de diciembre, y también a preocuparnos por los demás. Pensé que quizá en Nochevieja, pero sería un día parecido a aquél, si es que al final no nos quedábamos allí atrapados por la nieve. En tal caso podría follármelo, a menos que le diera cosa porque nuestra familia estuviera deambulando de aquí para allá.
    
    Nos levantamos, pusimos los regalos, se me fue el calentón, nos tiramos en la cama, intentó tocarme pero me quedé dormida en el acto. Fulminada por Morfeo. Como dije antes, nunca nos sincronizábamos.
    
    No dormí del tirón, como me hubiera gustado. De vez en cuando me despertaba a sobresaltos, ...
    ... quedándome de nuevo dormida contemplando la única luz encendida en la habitación. Estábamos en la planta de arriba, donde la nieve aún no lo había cubierto todo. Deseé que el hermano de Tommy tuviera razón y la nieve se derritiera en dos días, así la gente se largaría y yo podría estar con mi marido como Dios mandaba.
    
    Pero, pero, pero...
    
    Lo dicho. A las seis y media de la mañana ya un niño había bajado, visto los regalos y avisado al resto. El niño del vecino, para más inri. Yo no podía con el alma. Mis hijos me azuzaban en la cama al grito de: “¡Santa Claus ha llegado!”. Insistieron hasta que me levanté teniendo alucinaciones de mis sueños. Las figuras se entremezclaban y creí seguir soñando. Ojalá, porque con cambiar de postura habría cambiado de sueño. Pero no, estaban ahí, sonriendo, dando saltos. “Abrid los putos regalos y dejadme en paz”, pensé. Suena egoísta, pero no estaba yo para sentir nada en ese momento más que enfado.
    
    Tanto insistir para al final los niños ir corriendo a abrir los regalos sin preocuparse de los mayores. ¿No podían hacer eso antes?
    
    Reí mirándolos desde el marco de la puerta, con ilusión, al igual que sus padres y abuelos, los cuales estaban allí en el salón junto a ello. Me había sentado fatal que me despertasen tan pronto y de súbito, por eso me quedé ahí afuera apoyada. Pero entonces sentí un cuerpo detrás de mí, cubriéndome. Sonreí, acurrucándome a él. Su mano fue bajando desde mi pecho hasta mi cadera, para al final agarrar mi nalga ...