Su profesor particular (capítulo VII): Por fin solos
Fecha: 27/04/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos
... puso dura como un hierro. Tanta espera había merecido la pena. Allí estaba, a punto de poder disfrutar de los pies de una belleza de mujer que, además, era inteligente, decidida y dominante.
Tomás dejó el zapato en el suelo con delicadeza y pegó su nariz al calcetín de Elena, sintiendo en su cara la humedad de la prenda. Aquello era como un delicioso néctar para él. Ahora que veía que no iba a haber interrupciones, quería disfrutar con calma de aquella delicia. Mantuvo el pie de Elena pegado a su cara unos instantes y luego se separó, para empezar a masajearlo, empleándose a fondo. Tomás tenía unos dedos largos y fuertes y a Elena le pareció una delicia el masaje que le estaba dando mientras ella respondía sus mensajes en el móvil.
Después de unos minutos de masaje, por fin se decidió a quitar el calcetín del pie de Elena. Lo hizo con total delicadeza, retirándolo milímetro a milímetro y admirando cada porción de pie que iba quedando descubierta. Elena, aunque estaba bronceada después de las recién acabadas vacaciones de verano, era de piel blanca, como le gustaba a Tomás. Por fin llegó al final del camino y desprendió totalmente el calcetín del pie de Elena.
¡Oh! ¡Aquéllo era maravilloso! Se deleitó viendo aquellos perfectos deditos, largos, rectos y bien formados, con unas uñas perfectas que, además, llevaba sin pintar, cosa que le encantaba a Tomás. No es que le disgustaran los pies con las uñas pintadas. Sobre todo, pintados de cierto color, como el negro, le ...
... atraían mucho. Sin embargo, siempre le habían gustado más con las uñas sin pintar. ¡Y los tenía allí, a su disposición!
Ya tenía en su mano el perfecto pie de Elena, con un empeine fino, con el puente justo y totalmente proporcionado. No era demasiado grande para la altura de Elena. Tomás calculó que serían de la talla 38.
Comenzó a masajear el pie descalzo de Elena y, sin poderse resistir más, se lanzó ansioso a saborearlo. Se metió su dedo pulgar en la boca, saboreándolo como si fuera un exquisito manjar. ¡Estaba en extásis!
Luego siguió con los demás delicados deditos, chupando bien cada uno de ellos y la suciedad acumulada entre ellos. ¡Cómo disfrutó con ello! Saboreó el sabor salado del sudor concentrado, casi corriéndose al hacerlo. Estaba totalmente absorto en su tarea cuando oyó a Elena decir:
“¡Eh, profesor! ¿No crees que mi otro pie se puede poner celoso al ver que centras toda tu atención en éste?”
Mientras decía esto, Elena agitó su pie izquierdo, todavía calzado, delante de la cara de Tomás.
“Tiene razón, señora. Siento mi descuido”. Entonces soltó con delicadeza el pie derecho de Elena y se dispuso a descalzar el izquierdo, siguiendo el mismo ritual delicado y preciso que había llevado a cabo con el primer pie.
Elena se abandonó a disfrutar de los cuidados de Tomás a sus pies. Tumbada en el sofá, totalmente relajada, estaba en la gloria. ¡Aquello era fantástico!
- “¡Uf!, profesor. Tú sí que sabes cómo tratar a una mujer. Tu masaje es ...