1. Su profesor particular (capítulo VII): Por fin solos


    Fecha: 27/04/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Edstaston, Fuente: CuentoRelatos

    ... maravilloso. Creo que vas a conseguir que me haga adicta a ellos”.
    
    Elena estaba realmente disfrutando del masaje. Algunas de las zonas de sus pies parecerían estar conectadas directamente a su coño y las atenciones que Tomás prestaba a esas zonas, le producían una ola de excitación; por ejemplo, cuando Tomás arañaba sus plantas suavemente con sus dientes, en una especie de peeling.
    
    Elena se dejó llevar. Se desabrochó sus pantaloncitos y metió su mano debajo de sus braguitas y se empezó a tocar. Era agradable estar acariciándose su delicado coñito mientras aquel prestigioso profesor, arrodillado a sus pies, los masajeaba y chupaba. Estuvieron así cerca de media hora, hasta que Elena finalmente se corrió con un intenso orgasmo.
    
    “¡Ooohhh! ¡Qué bien!” Dijo Elena.
    
    Tomás no podía más. Su polla estaba a punto de reventar. Si chupando y masajeando los pies de Elena se le había puesto como un hierro, verla a ella disfrutar con ello hasta correrse, la había convertido en una barra de iridio. Sería capaz de cascar nueces con ella. Necesitaba aliviar aquella tensión, pero no podía hacerlo sin el permiso de Elena.
    
    “Bueno profesor. Creo que es hora de ponernos en funcionamiento, ¿no? Ven aquí antes. Besa mi mano en señal de agradecimiento por haberte dejado disfrutar de mis pies”.
    
    Tomás, de rodillas, fue al otro extremo del sofá, donde Elena mostraba su mano para que Tomás la besara.
    
    “Gracias, señora, por dejarme disfrutar de sus pies. Ha sido maravilloso. Espero ...
    ... poder tener el privilegio de dedicarme a ellos muchas otras veces”. Tras decir esto, Tomás besó la mano de Elena, que estaba llena de sus más íntimos flujos tras haberse acariciado hasta correrse.
    
    “¿Te gusta el sabor de mi mano, profesor? Ahora sabe a mi más íntima esencia, jajaja”.
    
    “¡Me encanta, señora!”, dijo Tomás.
    
    “Te dejo que me la limpies con tu boca”.
    
    “Muchas gracias, señora”, dijo Tomás, mientras se lanzaba a chupar con avidez la mano de Elena.
    
    Elena se fijó entonces en el enorme bulto que mostraba Tomás en su pantalón.
    
    “¡Vaya, profesor! No me puedes negar que has disfrutado de mis pies y de mi mano, ¿eh?”.
    
    “Bájate los pantalones”.
    
    Tomás se levantó de un salto, pensando que Elena iba a dejar que se masturbara. En menos de cinco segundos se había desnudado. Se disponía a ponerse otra vez de rodillas ante Elena, dando por hecho que le permitiría masturbase frente a ella, pero Elena lo detuvo.
    
    “¡Espera! Quédate de pie. Quiero mirarte”.
    
    Elena se detuvo a contemplar el cuerpo de Tomás. No estaba mal para su edad. Se veía que lo trabajaba. Fijó su mirada en su pene, tremendamente erecto e hinchado que apuntaba directamente hacia ella. No pudo evitar volver a exicitarse. Pensó que quizás, algún día, usaría esa polla para su disfrute, aprovechando además la situación para premiar a Tomás por algo.
    
    “Tumbáte en el suelo junto a mí, Tomás”.
    
    Tomás se tumbó a los pies de Elena, no sabiendo muy bien que esperar. Elena plantó su pie derecho en la cara ...