1. Polvos demasiado caros


    Fecha: 02/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    - “Hoy hace cuatro meses que nos dimos el primer beso”.
    
    - “Es buen recuerdo, pero prefiero celebrar los cuatro meses de la noche en que bebiste mi leche y te rompí el culo”.
    
    Ese intercambio de mensajes es lo que leí en el celular de Noelia, mi señora.
    
    Dos horas antes, sentados frente al televisor, ella había escrito algo en su teléfono para luego dejarlo sobre la mesa ratona antes de salir urgente al baño diciendo que se orinaba. Al momento sonó, indicando un mensaje entrante; simplemente miré por si era una llamada, pero no, se trataba del envío de un tal Marcelo. Cuando regresó le dije del sonido, respondiéndome que debía ser algo intrascendente de alguna amiga. Luego, después de preguntarme si deseaba tomar algo, se levantó llevando el aparato.
    
    Por supuesto que esperé que se durmiera para ir a donde había dejado el celular cargando la batería y así sacarme la duda. No fue difícil acceder al contenido, pues cuando compró dicho teléfono aceptó mi sugerencia de usar como clave la fecha de casamiento.
    
    El mensaje de él venía con dos videos agregados. En el primero la toma es desde arriba y muestra a Noelia arrodillada, desnuda, lamiendo una pija con los ojos cerrados y expresión de devoto placer. En seguida se escucha la voz del macho diciendo que está por correrse y quiere ver como esa boca hambrienta toma todo lo que le da. Para eso ella saca la lengua donde se apoya el glande, cuyo ojo expulsa varias escupidas de crema pastosa que la hembra traga golosa ...
    ... después de haberla saboreado.
    
    El segundo es un poco más largo. La toma de costado enfoca a mi mujer desnuda, en cuatro, y mirando hacia la cámara. En esa postura recibe la pregunta <El cornudo, te hizo el culo> la respuesta, ya sabida por mí, fue <No, nunca lo dejé>, <Bárbaro, ahora a ese pelotudo, le voy a mandar la esposa con el culo bien abierto y roto>. A continuación hay un acercamiento a las posaderas de mi señora, una mano separa las nalgas dando un primer plano del anillo estriado y que los dedos abren lentamente dando espacio para que se pose la cabeza que, a modo de vanguardia, precederá al tronco intruso. El ingreso fue súbito, violento, como si quisiera ocasionar dolor y daño, sin preparación y con mínima lubricación. El grito de la hembra será testimonio de eso.
    
    Después de la parálisis provocada por la sorpresa, con la poca cordura que me quedaba, me impuse comportarme como ni nada pasara, salvo suspender toda intimidad. Por supuesto que esa noche no logré conciliar el sueño a pesar de la pastilla que tomé.
    
    El tal Marcelo podía ser el jefe de área de ella, a quien yo conocía pues trabajábamos en la misma empresa aunque en distintos departamentos. Por ser hijo del dueño le habían creado ese puesto a medida e inútil. La suposición no era aventurada ya que el individuo tenía fama de mujeriego y se rumoreaba que alguna empleada integraba la lista de trofeos logrados.
    
    Y así yo, Roque, cumplidos los cuarenta, veía que mis diez años de matrimonio se iban a la ...
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