1. Polvos demasiado caros


    Fecha: 02/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... momento de los contratados; uno llamaba la atención del conductor golpeando suavemente la ventanilla, y cuando los dos ocupantes volvían la vista hacia él, el otro rompía el vidrio del acompañante y sacaba la cartera de la mujer. Apenas empezó la acción de los sicarios yo seguí la marcha. Ellos, en motocicleta, salieron a contramano, reuniéndose conmigo a cinco cuadras para entregarme lo arrebatado.
    
    La cartera, después de vaciarla a conciencia en una bolsa, fue descartada en un contenedor de basura y luego busqué al dueño del auto el cual me dejó en casa.
    
    Imagino que la romántica parejita estaría intentando resolver algunos interrogantes acerca del mal rato que habían pasado, amén del probable ataque de nervios de mi mujer, que además debía pensar una explicación por llegar exaltada y sin cartera. Su teléfono tenía abundantes pruebas de la traición.
    
    Simulaba mirar un partido por televisión cuando entró a casa, por supuesto mucho antes de lo previsto y sin haber cenado. Al preguntarle por su expresión alterada me respondió que a la salida del trabajo le habían arrebatado la cartera y tuvo que volver a pedir prestado dinero para tomar un taxi que la trajera. Sin comer tomó una pastilla contra el insomnio y se acostó.
    
    El efecto del percance duró dos semanas, pues trascurridos quince días me anunció que saldría a cenar con sus amigas, volviendo tarde. Con la excusa de comprar comida me fui antes, pues había que vigilar su actividad. No fue errada mi desconfianza, él ...
    ... la esperaba en la puerta de un restaurant de moda.
    
    Me tomé algo de tiempo para que fueran atendidos y les tomaran el pedido, y entonces con una fotografía de ellos, ingresando, mandé el texto al celular de él:
    
    - “A veces la compañía inadecuada entorpece la digestión, aunque el barrio sea más tranquilo”.
    
    Al ver la señal de mensaje leído me concentré en la puerta del local. Al rato nomás aparecieron, él con cara de malhumorado y ella con la mirada alerta ante una posible agresión. Rápidamente fueron hasta el auto sin cesar en su actitud vigilante mientras arrancaban e iniciaban la marcha. Cuando la velocidad no se correspondía con las revoluciones del motor, frenaron para darse con las cuatro ruedas casi desinfladas. Varios clavos <miguelitos> junto a cada rueda habían cumplido su cometido.
    
    Nuevamente su vuelta se produjo antes de lo previsto. Yo, por el contrario, después de verla regresar en taxi me fui a un bar; la intención era aumentar su malestar al no saber de mí. Cuando llegué a casa se encontraba en la cama mirando televisión.
    
    - “¡Regresaste temprano, no esperaba encontrarte!”
    
    - “¡Y vos dónde estabas!”
    
    Sin contestar me acerqué, con la mano derecha la tomé del cuello y, mientras presionaba quitándole aire, le respondí.
    
    - “Si cambiás la manera de preguntar te suelto, de lo contrario sigo apretando”.
    
    Su trastorno ante lo inesperado era evidente por la expresión desencajada y algunas lágrimas que aparecieron.
    
    - “Perdón, es que me extrañó no ...