1. Nunca me gustó estudiar


    Fecha: 06/05/2025, Categorías: Incesto Autor: Ivanvorpatril, Fuente: CuentoRelatos

    Nunca me gustó estudiar así que al salir del instituto mi tío Roberto me propuso trabajar con él en el bar. No es que sea un local de categoría, más bien una cafetería de barrio, pero tenía su clientela y necesitaba algo de ayuda.
    
    Es el hermano menor de mi madre, grande como un armario de tres cuerpos, a mí me parecía guapo y por ende divorciado. A su ex no le gustaba que pasara tantas horas en la cafetería y tan pocas con ella.
    
    Así que un día al llegar a casa la pilló con otro en su cama. Aunque mi tío es un buenazo y no iba a liarse a navajazos con nadie, como pasaba en la canción. Se limitó a ponerla de patitas en la calle.
    
    Por algo dicen lo de cerrar la puerta del establo después de que se escape la burra, digo, los caballos. Fue cuando me contrató. Yo había cumplido los diez y nueve así que era hora de trabajar. Todo eso me dio a mí un curro que me venia bien para no tener que soportar los sermones de mi madre sobre ser una ni ni.
    
    Pronto mi tío se dio cuenta de que la concurrencia y con ello las ganancias aumentaban cuando yo estaba detrás de la barra. Con diez y nueve recién cumplidos delgada y sexi y con una simpática sonrisa, ni siquiera me hacía falta poneme mis modelitos mas rompedores para aumentar la clientela.
    
    Ademas de que algunos de mis amigos y amigas empezaron a venir rejuveneciendo en más de veinte años la media de edad de los asistentes. Llegaba cansada a casa, pero satisfecha de ganar mi dinero.
    
    A veces los inevitables roces de dos ...
    ... personas trabajando en un lugar estrecho me tenían bastante caliente. ¿Ya dije que mi tío me ponía mucho? Con su aspecto varonil, de tiarrón, hacia que salieran a flote mis más bajos instintos.
    
    Además los piropos que me dedicaban algunos de los clientes y por que no, clientas de buen ver, también ayudaban a que me excitara. Casi nunca había pensado que echarle un vistazo a un generoso escote mientras ponía unas Coca-Colas en la mesa pudiera hacer que mojara el tanga.
    
    Pero estaba descubriendo cosas de mi misma, además del orgullo del trabajo, que podía excitarme con cosas nuevas. Y nunca había hecho nada con ninguna de mis amigas, por muy borracha que estuviera.
    
    Buenooo puede que provocarnos un poquito o algún que otro pico en los morritos y quizá vernos desnudas al cambiarnos juntas también me pusiera un poco cachonda. Vale lo admito, alguna tendencia bisex si que había tenido.
    
    Al principio evitaba, intentaba más bien, evitar los roces con mi familiar echándome contra la barra o la estantería cuando tenía que cruzarme con él. Pero pronto asumí que eso era una tontería y que tendría que estar mas pendiente de apartarme que del trabajo.
    
    Así que no solo deje de evitarlo sino que además los buscaba poniéndome delante de él cada vez que nos cruzábamos. Dejando que mi duro culito enfundado en ajustados vaqueros o mínimos shorts se paseara por su paquete. Y él todavía me pedía perdón cuando eso pasaba. ¡Que dulce!
    
    Sabía que si Roberto no encontraba pronto novia me lo iba ...
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