1. Perdí la virginidad con mi hermano gemelo


    Fecha: 10/05/2025, Categorías: Incesto Autor: Martina Paz, Fuente: CuentoRelatos

    ... pija de mi hermanito.
    
    Ese día lo perseguí por toda la casa pidiéndole explicaciones como una novia celosa. No me cabía en la cabeza la idea de que sintiera lo que decía sentir por la boluda de Jazmín. Por hechos del azar o del destino, terminamos en la cama de nuestros padres. En ese lugar que siempre fue una especie de templo sagrado, en esa cama en la que habíamos sido concebidos muchos años atrás, fue en donde los dos perdimos la virginidad.
    
    Estaba disfrutando tanto de la pija de Manu, que creo haber perdido la noción del tiempo. Volví un poco a la realidad cuando, tomándome del pelo, me alejó de su pija. Se puso de pie, lo imité. Se quitó la remera y el pantalón, que lo tenía por los tobillos. Se agachó ante mí, me hizo girar y me bajó el pantalón y la tanga, para proceder a chuparme el culo con ímpetu. Me encantaba como lo hacía, por lo que apoyé una de mis piernas en la cama, para que él, de rodillas, tenga mejor ángulo de visión y, sobre todo, de succión. Luego de un rato, me hizo recostar en el centro de la gran cama de nuestros padres y, arrodillándose entre mis piernas, se dispuso a chuparme la concha. Él, obviamente, estaba al tanto de que aún conservaba mi virginidad, por lo que me la chupó con delicadeza, sin que nada ingresara en ella por el momento. Los dos, aunque de manera inconsciente, desde siempre supimos que lo primero que ingresaría a mi concha iba a ser su pija.
    
    Y eso fue lo que sucedió minutos después. Como en una extraña escena ...
    ... surrealista, asomó su cabeza desde abajo y preguntó en tono solemne, muy fuera de timing:
    
    ─ ¿Estás lista?
    
    Entre suspiros, gemidos y leves convulsiones, respondí, sin notar lo turbio que pudo haber sonado:
    
    ─Estoy lista para esto desde antes de nacer.
    
    Lo dije sin mirarlo, así que no sé si reaccionó de alguna manera. Lo siguiente que sentí fueron sus labios, apurados y calientes, sobre los míos, mientras una de sus manos me friccionaba la concha de manera frenética. Busqué su pija, dura y caliente, y con una mano la dirigí hacia mi concha. La sentía viva, latiendo, incluso, de forma más acelerada que nuestros corazones. La apoyé en la entrada de mi concha y una especie de descarga eléctrica hizo nos sacudir al instante. Por primera vez, desde que todo empezó, nos miramos a los ojos y sonreímos. En su cara, me vi a mí misma. Y sé que en mi rostro él se vio también. La sensación de paz que invadía el ambiente era totalmente embriagadora. Empezó a presionar su pija en mi concha con delicadeza, disfrutando de cada segundo. Clic. No sonó, pero sentí eso que se rompía como una melodía celestial. Su pija se deslizaba lentamente hacia el interior de mi concha como si ese hubiese sido su trayecto natural, su principal función en el mundo.
    
    Sentirlo adentro mío fue la sensación más placentera de mi vida. Dolía, quemaba, pero el placer era infinito. Deteniéndose por un instante y sin quitar sus ojos de los míos, preguntó:
    
    ─¿Estás bien?
    
    A lo que respondí:
    
    ─Metela toda, por ...