1. El diario


    Fecha: 11/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos

    ... ser mi madre, de modo que si plasmo aquí todos mis deseos, todas mis fantasías queden encerradas en estas páginas y mantenidas a raya”.
    
    ¿Cómo era posible aquello? ¿Cómo podía Carlos desearla así? Si era un crío. No sabía qué pensar. Cómo sentirse, aun así siguió pasando hojas.
    
    “Ya se acabaron las clases y los exámenes. Ahora estoy casi todo el día en casa, y aprovecho para verla furtivamente mientras hace sus tareas. Hoy, cuando me levanté fui a la cocina a prepararme el desayuno. A los pocos minutos, apareció ella para fregar los platos y cuando la vi quedé maravillado. Me preguntó por mis notas. Intenté responder con naturalidad, pero creo que titubeé un poco. Estoy seguro que piensa que soy un imberbe, y seguramente me ve demasiado joven como para fijarse en mí de otra forma que no sea fraternal.
    
    Vestía su habitual guardapolvo en tonos rosa delimitando el contorno de su silueta. ¿Cómo no voy a desearla si era la viva imagen de la lujuria? Llevaba el pelo un poco enmarañado, quizás del ajetreo de la limpieza, pero esa imagen sólo me hacía pensar en ella revolcándose en la cama. Mientras se apoyaba en la pila para fregar los platos, se le marcaba la costura de las bragas a través de la tela de la bata y si se hubiese volteado me habría pescado boquiabierto y contemplando su culazo. La polla se me puso dura en el acto, y menos mal que estaba sentado, porque el pijama me habría delatado. Sin duda, es uno de los culos más sensuales y morbosos que he visto, y no como el ...
    ... de las niñatas que hay en clase y que parecen espárragos trigueros. Es un culo redondo y rotundo, de esos capaces de detener el tráfico, digo más, de levantársela a un muerto. Hubiese deseado alargar una mano y acariciarlo, apretarlo y recorrer toda su superficie, pero lo que hice fue sobar mi polla por encima del pijama sin apartar los ojos de aquella máquina de morcillas artesanal".
    
    Rocío sonrió sin dejar de latirle el corazón con fuerza.
    
    Extrañamente, le gustó la definición que utilizó de su trasero. Recordó cuando su marido le hacía saber que tenía el culo más sexi del mundo, y así lo pensaban también muchos otros hombres que la piropeaban. Le gustaba cuando se lo acariciaba con mimo, cuando lo besaba, cuando lo lamía, incluso cuando la enculaba hasta que se lo llenaba de leche. Pero todo aquello formaba parte de la memoria, de tal modo que aquellas palabras las sintió como un requiebro. Uno de esos que te hacen sonreír, y al mismo tiempo te hacen sentir deseada. Se sintió halagada. Se sintió deseada, incluso notó como las mariposas revoloteaban por su vientre, pero siguió leyendo.
    
    “Su risa me encandila y, aunque advierto ese desánimo, se le ilumina la cara cuando sonríe, pese a su pesadumbre interior”.
    
    ¿Cómo era capaz Carlos de intuir su estado emocional? ¿Tanto se le notaba?
    
    “Cuando terminó de fregar los platos se dio la vuelta, y aunque no me estaba tocando la polla, mi mirada se detuvo en sus tetas. No sé si se dio cuenta de mi indiscreción. Yo lo hice ...
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